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El pequeño demonio que mató a la mujer amada

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* Gabriel García habló de cuánto quería a Maribel Batres, que un tiempo vivieron como pareja, pero que también aguantó desprecios y humillaciones, vergüenzas.

 

Gabriel García Bañuelos tiene el tamaño y la complexión de los corredores profesionales de caballos. La mañana de este jueves se le veía bien peinado y como recién bañado: el cabello al estilo militar: casi rapado de los lados y un poco más largo en la parte superior. 

Su cara es delgada. Su cuerpo en un pantalón y una playera que bien podrían corresponder a un niño de quinto o sexto de primaria.

Cualquiera diría que Gabriel no mata una mosca. Cualquier cosa parece ser, menos un asesino.

Pero este hombre pequeño, que debe oscilar en un metro y 55 centímetros, fue dominado por los celos y la mañana del tres de octubre actuó como demonio: acuchilló a Maribel Batres Quintanilla, por la calle Bravo entre Zacatecas y San Luis en Tepic, causándole la muerte.

“Reconozco lo que hice, soy responsable de lo que hice. No sé qué puedo decir”. Así iniciaron sus palabras en un escritorio convertido en estrado de testigos.

Titubeante en la audiencia encabezada por el juez Guillermo Romero Ríos, Gabriel –quizás arriba de 45 años- se sintió más cómodo cuando en lugar de declarar de manera espontánea, respondió a las preguntas de una defensora pública.

Fue así como justificó que tuvo razones “para hacer lo que hice”, como si no hubiera existido otra salida. Habló de cuánto quería a Maribel, que un tiempo vivieron como pareja, pero que también aguantó desprecios y humillaciones, vergüenzas. Y aunque separados, él la buscaba prácticamente todos los días y la apoyaba, cuando menos, para la comida.

Ahí en la sala 2 de juzgadores orales se encontraba un muchacho, hijo de la ahora occisa, y entre el público más familiares que, dijo el declarante, conocen la situación que vivió.

Insistió que hizo “hasta lo imposible por llevar una vida tranquila” con Maribel, “una vida bien”.

Conociendo la ruta diaria de Maribel, la mañana de ese martes estacionó el taxi que manejaba por la calle Bravo y la esperó, seguro de que bajaría de un camión y caminaría unas cuadras hasta el lugar donde trabajaba. Así ocurrió. Algo hablaron, algo volvió a salir mal, ‘¡eres un cobarde!’ –aseguró que ella le gritó-, y así de plano la atacó con un cuchillo, como también prueba un video grabado por la cámara de una casa en esa calle.

La agresión no fue circunstancial: el cuchillo, explicó el imputado, lo había conseguido previamente en un estacionamiento de esa zona, justificando que lo ocupaba para cortar unos cables en el vehículo. “Con engaños lo pedí prestado”.

Según la versión de Gabriel, nunca antes siquiera le levantó la voz a Maribel, a quien de verdad quería. 

Y agregó que nunca pensó en darse a la fuga, sino únicamente quería despedirse de su familia y entregarse a la policía. 

Hay una parte que Gabriel omitió contar: la evidencia de que no podía controlar los celos y que Maribel, quizás, había dejado de quererlo. Esa parte Gabriel no la superó.

La noche del lunes dos, Maribel salió a cenar con un conocido y sucedió la de malas: cuando regresó ahí estaba Gabriel, esperándola, y ya es fácil deducir cómo se puso.

Las siguientes horas debieron ser como un infierno para Gabriel, que tomó entonces la peor decisión: matarla, reafirmar con sangre eso de que eres mía o de nadie.

Entre los datos de prueba ventilados por una agente del Ministerio Público, se reveló la declaración de un hijo de Maribel. Antes que ella fuera a trabajar, le contó del incómodo encuentro con Gabriel horas antes y de que éste le advirtió que se iba a arrepentir por haberlo dejado. Ni ella ni su hijo tomaron en serio la amenaza. 

Rato después, el joven recibió una llamada por celular: era el patrón de su mamá, preguntando por qué no se había presentado a trabajar. Para entonces, la muerte de Maribel ya trascendía en redes sociales; el muchacho se dirigió a la calle Bravo, aunque el cadáver ya había sido trasladado al Servicio Médico Forense (SEMEFO). Fue él quien señaló que un taxi ahí estacionado era de Gabriel.

Dictado el auto de vinculación a proceso por el juez Romero Ríos, la agencia ministerial reveló al juez que existía una propuesta para que, ante el cúmulo de evidencias, el imputado aceptara someterse a un procedimiento abreviado e iniciar una pronta condena.

Según fue explicado, en el caso se acredita el delito de feminicidio, cuya pena es de 30 a 50 años de prisión, pero también se puntualizó que la condena mínima tendría que ser de 35 años por la relación de noviazgo que existía entre ambos.

Sin embargo, con base en una facultad legal de poder disminuir una pena en procedimiento abreviado, por aceptación del delito del responsable, la Fiscalía General de Justicia solicitó 25 años de cárcel contra Gabriel, una multa equivalente a 600 días de salario y el pago de 200 mil pesos por concepto de reparación del daño.

Cuestionado por el juez y previa consulta con un asesor de víctima, el hijo de Maribel dio su consentimiento para ese procedimiento, como también lo aceptó el citado Gabriel, quien tuvo que contestar varias preguntas de Romero Ríos, para que quedara constancia en audio y video de lo acontecido.

Antes de que concluyera la audiencia relacionada con el expediente 1370/2017, fue de García Bañuelos la última frase: “ninguna señor”, cuando se le preguntó si quería hacer una última manifestación.

Después fue retirado de la sala por un policía estatal, las manos metidas en las bolsas traseras del pequeño pantalón.

 

 

 

 

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