* La pobreza coincide en ejecutores y en víctimas, como si unos y otros fueran el último eslabón, unos para matar y otros para poner sus cuerpos.
Hace unos meses, durante una audiencia por un caso de homicidio, una ejecución a balazos, uno de dos imputados muy jóvenes llamó especialmente la atención: de complexión delgada, al parecer era trabajador en el corte de caña.
A unos dos metros, en la zona destinada al público, una mujer de menos 25 años, quizás su esposa, evidenciaba una situación similar, de pobreza. Al concluir la audiencia, la mujer lloraba.
La imagen en silencio del individuo ahí queda: todo podría parecer menos un matón.
Por supuesto que no se justifica su participación en el crimen, pero posiblemente resultó más fácil que aceptara por una situación de necesidad económica: por hambre.
¿Cuánto dinero pudieron haberle ofrecido para matar?.
Pero ahí en la pobreza estaría una de las razones por la proliferación de hechos delictivos, cada vez más constantes y espeluznantes. Pero no está sola: la pobreza de muchos va de la mano con el enriquecimiento y la corrupción de otros, especialmente funcionarios públicos.
Sin suficientes fuentes de trabajo, cada vez resultará más fácil ser atrapado por grupos delictivos.
Lo anterior lleva a recordar una reciente estadística del Poder Judicial del Estado, en relación con la evidente alza de divorcios y, en suma, la de juicios civiles y penales que atañen a la familia. Es decir, la desintegración familiar también está avanzando, convirtiéndose muchos jóvenes en tierra fértil para bandas criminales.
Al mediodía de este miércoles, cuatro de los siete cuerpos encontrados el sábado cinco en una parcela del ejido Pantanal ya habían sido identificados. Los otros tres, se explicó, podrían durar semanas en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) en espera de ser reclamados por sus familiares, aunque legalmente se establece un mínimo de 72 horas.
Los siete, fue precisado, fallecieron por traumatismo en el cráneo: a golpes, posiblemente con algún objeto.
Se calcula que los homicidios ocurrieron entre 10 y 15 días antes del día del hallazgo.
Los asesinatos de muchas personas y los “levantones” dan cuenta de que en el mundo del narcotráfico se perdió aquella regla de que el que la hace la paga, pero nadie más.
Ahora pareciera que la moda es sembrar el terror: se ha repetido la estrangulación de mujeres en los últimos meses o la ejecución de hombres en pleno día. Y la exposición de los hechos aumenta el temor, que es lo que buscan.
Familiares de desaparecidos coinciden en que no se les debe criminalizar, en deducir fácilmente que por el hecho de haber sido “levantados” ya andaban en malos pasos. Y tienen razón: pareciera que autoridades y la opinión ciudadana muchas veces busca un argumento para justificar el ilícito.
El abaratamiento de la vida volvió a pegarnos. Se está matando prácticamente por nada.
Debió ser en el 2010 ó 2011 cuando un grupo de muchachos se salvó milagrosamente de ser abatidos a balazos por la avenida Insurgentes, mientras viajaban en una camioneta. Se confirmó inmediatamente que eran trabajadores en la construcción de una carretera y que habían sido confundidos. Un comandante de policía completó: son tiempos en que no se puede hacer nada que parezca sospechoso.
Y lo anterior volvió a estar presente en estos tiempos. Si la orden a estos sujetos es ir contra determinado objetivo, seguramente actuarán contra quien lo acompañe, tenga o no relación con el problema.
Como el ejemplo con que inicia esta nota, de un detenido que retrata pobreza, una marca un tanto parecida se encuentra en las familias que buscan a sus parientes desaparecidos, como si unos y otros fueran el último eslabón, unos para matar y otros para poner sus cuerpos.
Aún faltan muchos desaparecidos por encontrar y la guerra por dominar la zona no parece que terminará en el corto tiempo.
Aquel comandante añadía que no son épocas de vestir de negro, ni de manejar con lentes oscuros y cachucha, sino de tener la cabeza descubierta para evitar cualquier confusión.
Es decir, nada que parezca sospechoso.
Cuerpos no identificados podrían durar semanas en SEMEFO
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