* El ex rector indica que es tiempo que la Universidad enriquezca a su planta de profesores con quienes estudian maestrías y doctorados, y evitar que las plazas sean heredadas.
Entre septiembre de 1965 y septiembre de 1999, Javier Germán Rodríguez Jiménez fue maestro de miles en la escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN). Y si bien, acepta, al principio no contaba con técnicas de enseñanza, cuando menos sí había disposición al esfuerzo.
Fue uno de los jóvenes que allá en 1959 integró un grupo de la llamada escuela de Jurisprudencia –el Gobierno del Estado les pedía que fueran al menos 15 para apoyarlos “y andábamos invitando a los amigos”-.
Cursó el primero y segundo año porque no había más, pero luego continuó la carrera en la Universidad de Guadalajara. El director de Jurisprudencia José Rodríguez Madrid les dio una carta para que la UdG lo admitiera.
Rodríguez Jiménez fue director de la Preparatoria 1 y el cuatro de mayo de 1979 se le designó rector de la UAN. Eran tiempos de fuertes reclamos estudiantiles. En febrero del mismo año, tres trabajadores de la casa de estudios murieron en forma violenta.
Era un viernes cuando ya era rector, pero no tenía ni la llave del edificio de Rectoría. Luego se enteró que el poco dinero que había no alcanzaba ni para pagar la nómina. Y el lunes siguiente se le dio la bienvenida: un paro estudiantil en la escuela de Agricultura, pero a los que sí querían clases se les impartió en la Prepa 1.
En aquellos días, recuerda que en el periódico El Heraldo fue publicada una nota donde le daban no más de 15 días como rector, considerando que los estudiantes lo echarían abajo. Pero, sonríe: no fueron 15 días, sino siete años y un mes los que permaneció al frente de la Rectoría.
Los anteriores apuntes fueron citados por Javier Germán Rodríguez Jiménez el viernes 28 de marzo por la tarde, al reunirse con decenas de estudiantes en el auditorio de Derecho.
Entre otras anécdotas, contó a los jóvenes que en mayo de 1980, al cumplir un año como rector, el SPAUAN –Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Nayarit- intentó quitarlo del cargo pero no lo consiguió. “Se sentían agredidos por mi”.
Recordó también que en esa época la UAN tenía tantos apuros financieros que difícilmente encontraban algún banco que les diera crédito, pero en una ocasión consiguieron uno, para lo cual tuvo que dejar en garantía su propia casa.
Ahora, apuntó, le da gusto leer afuera de muchos negocios la frase de “se aceptan cheques de la UAN”, indicativo de la confianza que se le tiene a la casa de estudios.
MEJORAR PLANTA DE MAESTROS
La exposición de Rodríguez Jiménez, de una hora, se fue en un instante, rica en apuntes. Aclaró que sus comentarios son una visión particular por lo que ahí vivió, pero habrá quienes no estén de acuerdo con él y lo respeta.
Consideró que si bien la Universidad no ha tenido problemas fuertes en los últimos 30 años, “no se puede dormir en sus laureles. No vaya a venir un líder desquiciado que ponga de cabeza a la UAN”.
Javier Germán Rodríguez criticó que a estas alturas la UAN acepte como maestros a muchos que no tienen formación y sólo por el simple hecho de ser hijos de profesores que llegan a jubilación, o bien luego de que mueren.
Apuntó que ya no son tiempos para improvisados que no se preparan, porque eso afecta la enseñanza, sino que se vive una época en que hay quienes estudian maestrías y doctorados, por lo que la UAN debe buscar esos talentos para incorporarlos a su planta de maestros, lo que inmediatamente impactará en sus estudiantes.
Eso hará, concluyó, que quienes trabajen en la Universidad Autónoma de Nayarit se sientan orgullosos de su esfuerzo y traigan bien puesta la camiseta, como los jóvenes que la representan en algún evento deportivo.
(Germán Rodríguez con un estudiante de Derecho. Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit)
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