* La agente del Ministerio Público vuelve la vista atrás y le parece como si hubiera despertado de un mal sueño que duró más de seis años.
Es el relato de Nelly Fabiola Guardado Robles y es una historia de vida.
En diciembre del 2012, transcurridos más de seis años de enfrentar la crudeza de la insuficiencia renal, disminuida en su salud, circunstancialmente platicó de la enfermedad con la esposa de un primo lejano. Nelly, que se encontraba en lista de espera de trasplante de riñón de cadáver, no se imaginaba que ese encuentro le cambiaría la vida. Le daría vida.
Y es que, tiempo después ese familiar la sorprendió gratamente diciéndole que se sometería a estudios médicos y si resultaba compatible con ella le donaría un riñón, sin nada a cambio, incluso pidiéndole discreción y Nelly cumple con ello, sin revelar la identidad a este reportero.
Nelly repasa esos años en que su salud cada vez decaía más, en que sus papás y hermanos no resultaron compatibles o en la búsqueda en tantos lugares con la ilusión de conseguir su cura, o de que alguien le diera siquiera aliento, aunque al final la conclusión era la misma: el daño en sus riñones era irreversible. Y a la par de ello, el desgaste económico, emocional, y por si fuera poco la muerte de uno de sus hermanos en el 2011.
Nelly cuenta que, entre tanto dolor, era aferrarse a Dios y a su familia.
Pero tan lastimada estaba la salud de la agente del Ministerio Público de la Fiscalía General del Estado, que algunos médicos recomendaron que no se sometiera al trasplante, pero una segunda opinión le dio el visto bueno. Y es que, el familiar resultó compatible.
“Recuerdo que el doctor nos dijo que mi primo no sólo era compatible, sino que era como si el riñón fuera mío. ¡Me puse a llorar!. Oí decir a mi primo que era algo que le nacía en el corazón. Mi papás (Salvador Guardado Lara y Laura Elena Robles Casas) dicen que la vida no nos va alcanzar para estar agradecidos con mi donador”.
Así, el 23 de septiembre del 2013, en un hospital de Guadalajara se concretó el trasplante de riñón.
Recuerda que estaba tan nerviosa que no se dio cuenta cuando fue anestesiada y al despertar batalló para entender que la cirugía ya había terminado.
“Ese día volví a nacer. Era mucho llorar, era algo que tanto había esperado. Me siento bendecida, ¡gracias Dios!”.
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Del barrio de la colonia San Antonio en Tepic, Guardado Robles vuelve la mirada a los últimos años: “siento como si fue un mal sueño” lo que inició un día en el balcón de un hotel en Puerto Vallarta, cuando sintió que el sol la golpeaba con fuerza en los ojos y un día después se hacía análisis en Tepic y al siguiente le avisaban que en breve tendría que iniciar la diálisis, y un tiempo después empezó con la hemodiálisis.
“Fue un mal sueño” del que finalmente despertó.
Nelly Fabiola se muestra agradecida con quienes han sido sus superiores en los últimos años puesto que todo el tiempo hubo una consideración por su estado de salud. Si podía iba a trabajar, y si no se quedaba en su casa o en el hospital. Su peso disminuyó hasta llegar a los 41 kilos.
Actualmente es responsable de una de las mesas de conciliaciones.
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La abogada comenta que en su casa desde niños se les inculcó el espíritu de servicio, de ayudar a los demás, y ello se ha fortalecido con la dolorosa experiencia personal.
“La vida la valoras mucho, valoras todo. Hoy siento que si me pasaran otras cosas serían mínimas frente a lo que ya viví. Hay mucha gente que tiene miedo a donar, pero es algo hermoso dar vida a otra persona, o cuando nos llegue el momento de partir hay que dejar algo que sirva a otras gentes”, comenta a este reportero, sentados en una banca de la Fiscalía General.
De acuerdo con Nelly, además del siempre apoyo familiar, han resultado determinante sus creencias religiosas.
“Yo nunca dejé de pedirle a Dios que llegara mi donador. Sabía que ese momento iba a llegar y así sucedió. Gracias Dios”.
Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit