* Cuenta que llegó a padecer violencia con su primer pareja y eso no volverá jamás y no lo quiere para nadie.
* Impulsa la creación de Guerreras Unidas Contra el Cáncer, una asociación que ayude a otras mujeres enfermas y sin recursos.
Gladys Tiznado provoca risas cuando comenta que algún hombre seguramente dice de ella: “‘¡hasta se ve buena!’, pero no sabe que no tengo una bubis”.
Gladys Tiznado provoca lágrimas cuando dice que, entre tantos días dolorosos por el cáncer de mama, aceptó una realidad y empezó por comprar un seguro para su pequeño hijo de ocho años, y para su hermana –de Gladys-, porque podría llegar el día en que ella se haría cargo de él.
Gladys Tiznado mueve a la reflexión cuando externa que, aunque profesionista y fuerte y alegre, fue una mujer que padeció violencia en su primer matrimonio y eso no volverá jamás y no lo quiere para ninguna otra mujer.
Gladys habla este miércoles en el auditorio de la Sección 20 magisterial y concentra toda la atención, en su mayoría de señoras, en un evento organizado por el ISSSTE, una institución para la que Gladys brinda un reconocimiento y a quienes ahí trabajan.
“Guerreras Unidades Contra el Cáncer” es una asociación que busca fundar con un grupo de mujeres para conseguir recursos y apoyar a quienes no tienen.
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“Mujer actual” es el nombre del tema que aborda y, para iniciar, mueve a las ahí presentes a que externen una frase: “soy una mujer actual y estoy orgullosa de mi”.
Y es que, reflexiona, “nos da miedo que seamos mujeres plenas, felices, exitosas”.
Alerta y le duele que en muchas partes, incluido Nayarit, haya niñas que trabajan duro, en el campo, o que son explotadas para conseguir dinero y aporten al sustento de una familia. O que incluso en otros estados puedan llegar a ser vendidas por unos miles de pesos.
Se pregunta cuántas mujeres sufren violencia física, psicológica, doméstica, laboral.
Dice que ella nunca sugerirá a nadie que se divorcie, porque es una decisión de cada quien pero que, cuando eso llega, nadie la para.
Cuenta que el enfrentar un cáncer de mama la ha llevado a conocer a entrañables compañeras de lucha, varias de las cuales están presentes y las invita a subir al escenario, entre ellas su mamá. Algunas llevan sombrero o pañoleta.
Refiere la brutalidad de un esposo, diciendo un “otra vez estás echada” cuando su mujer se recuesta después de una sesión de quimioterapia, pero no tiene idea de qué se trata.
Dice que en varias partes de su cuerpo hay metástasis, producto de la enfermedad, pero no la dejará llegar a su corazón, a su mente y a sus palabras. “No voy a permitir que llegue”, le advierte entre lágrimas.
Urge a que en las familias haya conciencia de lo que enfrenta una enferma de cáncer, para que cuando la depresión y el llanto llega, “cuando te caes”, estar ahí, llevarla al mar o con sus amigas y si no, que éstas vengan a dormir a casa. Intentar que la sonrisa nunca se pierda.
Recuerda que en algún tiempo tomó una pastilla de quimioterapia con la que de plano creyó no poder, a grado tal que planeó hacer creer que la tomaba pero en realidad tirarla. No lo hizo, pero quien sí tomó esa decisión fue Gris, una de sus tantas amigas que ahora está en sus últimos momentos de vida.
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Gladys vuelve a bromear. “¡Y ahorita quién me compra, y sin una chichi menos!”, se preguntó no hace mucho al enterarse de un medicamento nuevo, recién llegado de Estados Unidos, pero cuyo tratamiento anual salía, inicialmente le dijeron, en alrededor de millón y medio de pesos…“y yo lo ocupo como cinco años”.
Sin embargo, añade, viajó a la ciudad de México, contacto al representante en el país de ese medicamento y lo inició, teniendo un costo mucho menor. Hizo mil llamadas para conseguir el recurso y ahora, su idea y su meta es que más mujeres accedan a esa medicina, apoyándoles a través de Guerreras Unidades Contra el Cáncer.
Se le escucha:
“¡Gracias a Dios por darme este carácter, gracias a Dios por permitirme luchar. Gracias por despertarme en la noche y ver que mi hijo está ahí!. Es una señal de Dios” el nuevo medicamento.
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Gladys Tiznado seguramente es la misma para su familia, pero ya no al exterior. Con el paso del tiempo se ha convertido en algo así como un símbolo de lucha diaria, que además cuenta a detalle, y que anima a todos.
Este día en el auditorio la buscan tantas para tomarse una foto con ella. Sus palabras son una sacudida a todos.
Gladys dice que nunca ha utilizado una peluca pero respeta a quien lo hace.
Prefiere el sombrero, que este miércoles fue de colores rojo y negro, e igual el vestido. Llevaba unas zapatillas negras, y bromeando con las palabras de la propia Gladys…sí, se veía buena.
(Estas últimas palabras, con todo el respeto para Gladys, a quien el reportero enteró de esa frase y aceptó su publicación)
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(Foto: ISSSTE)