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Dom, May

Libres 3 madres; PGR les fabricó delito de delincuencia organizada

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* Permanecieron más de cuatro años en la penal de Tepic hasta que un Tribunal Unitario decretó su inocencia.

 

Ceila Karina Camacho Maldonado, Yolanda Saldaña García y Yadira Pérez Jiménez se han convertido en víctimas y otro ejemplo de los abusos cometidos con consignaciones en base a declaraciones de testigos protegidos de la Procuraduría General de la República (PGR), que aumentaron en el Gobierno Federal anterior.

Las tres mujeres estuvieron recluidas en la penal de Tepic más de cuatro años, acusadas de delincuencia organizada, hasta que hace unos meses un Tribunal Unitario del Centro Auxiliar de la Quinta Región, en Sinaloa, las absolvió y ordenó su libertad, revocando una condena inicial dictada por el Juzgado Segundo de Distrito de Procesos Penales Federales con oficinas en la prisión El Rincón. 

“Las pusimos en un camión y se fueron a Guadalajara; de ahí cada una se iría con sus familias”, indicó una persona que dio seguimiento al caso de estas mujeres, que tuvieron la mala fortuna de trabajar y estar de guardia el 17de febrero del 2009 en la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas, en la ciudad de Reynosa.

Ceila y Yolanda eran oficiales secretarios en una agencia del Ministerio Público, y Yadira Pérez secretaria.

Ese día, en las calles de Reynosa se produjo un enfrentamiento que dejó varios muertos, por lo que Ceila y Yolanda participaron en las diligencias ministeriales, dando fe de los hechos y levantamiento de los cuerpos, atendiendo indicaciones de sus superiores y en auxilio de la delegación de la Procuraduría General de la República (PGR).

Sin embargo, unos días más tarde, las dos abogadas fueron detenidas y llevadas a la ciudad de México, a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO). Allá se les unió Yadira, la secretaria de la oficina, y se cuajó contra ellas una acusación fuerte: que habían entregado uno de los cadáveres a personas indebidas, que recibían miles de dólares y que servían a narcotraficantes. 

La PGR basó la acusación con el apunte de un testigo protegido: “El Pitufo”, uno de los sujetos preferidos de la dependencia federal para armar sus expedientes.

Así, de un día para otro la vida de estas mujeres cambió drásticamente. Fueron consignadas ante un juez de El Rincón, pero recluidas en la penal de Tepic.

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En la primera semana de mayo del 2010, este reportero conoció en prisión a las tres mujeres, a propósito de un reportaje por el Día de las Madres.

Hablaron con un dolor inmenso:

Ceila indicaba que su pequeño hijo, entonces de siete años, desconocía su situación. Cuando lo habían traído desde Reynosa, a visitarla, le decía que trabajaba en Tepic ayudando a personas mayores en su aprendizaje.

Por su parte, las dos niñas de Yolanda Saldaña, de 10 y cinco años, fueron llevadas a San Luis Potosí, con sus abuelos.

Y a la hija de Yadira Pérez, de siete años, también se le explicaba que su mamá trabajaba con las señoras que están en prisión. “La niña me ha dicho que quiere juntar mucho dinero para que ya no trabaje aquí y regrese con ella”, indicó Yadira a este reportero. 

La muchacha lloraba. Su mamá había muerto mientras ella estaba en la cárcel. “Oiga, yo era la secretaria”…

Describieron cómo fue que –metafóricamente hablando- el hilo se reventó por lo más delgado:

“Nos engañaron. Nosotros auxiliamos a la PGR en lo que se nos pidió, no sabíamos nada de quiénes eran los muertos. A las  mujeres nos dejaron solas. Nos pusieron en bandeja de plata. ¿Por qué no agarraron a los ministerios públicos federales?, ¿por qué a nosotras?, ¿por qué no a nuestros jefes?”, reclamaban Ceila y Yolanda.

Y ninguna de las tres aceptaba conocer al tal “Pitufo”.

“No sabemos quién es, cómo se llama, por qué dice eso de nosotras”…

Coincidieron en reconocer al presidente Felipe Calderón por la lucha contra el narcotráfico, pero añadieron: “no de esta forma, no con inocentes como nosotras. Al presidente lo están engañando”.

Las tres mujeres permanecieron en la cárcel más de cuatro años hasta que finalmente un Tribunal Unitario decretó su inocencia y ordenó la libertad. Que se conozca, no ha habido una reparación por del daño causado. 

(Yolanda al centro, Ceila de blusa blanca y Yadira. Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit)

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No se autoriza la transcripción o copia de las notas de relatosnayarit a otros medios de comunicación. 

 

 

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