* Iván Cataño envía una carta a Roberto Sandoval donde se dice arrepentido de haber matado a su esposa y a uno de sus tíos, cegado por los celos.
La cárcel ya ablandó al sargento Segundo de Infantería del Ejército Mexicano, Iván Cataño Sifuentes.
Cuando a principios de abril del 2013 fue puesto a disposición de un Juzgado Penal, acusado de los homicidios de su esposa Yunnuel Ivonne Anzate Aguiar y de su tío -y compadre- José Luis Cataño Durán, habría externado la frase “lo volvería a hacer” e, incluso, dirigiéndose a una empleada del Poder Judicial que participó en la toma de la declaración preparatoria le sugirió: “cuando tenga novio no le ponga el cuerno, ya ve como reacciona uno”, según fue comentado entonces a este reportero.
Pero con el paso del tiempo en prisión, Cataño Sifuentes ya no es el mismo y ahora se dice arrepentido.
Prueba de ello es que hace unos meses envió una carta al gobernador Roberto Sandoval Castañeda, suplicando su ayuda.
Escrita de su puño y letra, Cataño indica que siempre fue un buen militar –adscrito al 86 Batallón de Infantería, en Acaponeta- pero que los celos lo cegaron. Insiste que está arrepentido y que le duele la situación que viven sus menores hijos –al parecer tres-, bajo el cuidado de su mamá, una señora en edad avanzada.
Cataño añade que era el único sostén económico de su familia, por lo que muerta su esposa y él en prisión, sus hijos están sufriendo.
JUEZ LO CONDENA
De acuerdo con información extraoficial, el sargento Segundo de Infantería acaba de ser condenado a 35 años de cárcel por un juzgado de primera instancia, sentencia que podría impugnar a través de un recurso de apelación.
El fallo judicial ilustraría la confirmación de calificativas como la ventaja que tuvo sobre las víctimas y la planificación de los hechos.
Los homicidios, a balazos, ocurrieron la noche del 29 de marzo del 2013 cerca del poblado Casas Coloradas, municipio de Acaponeta. Y después prendió fuego a los cuerpos utilizando gasolina, al igual que a un automóvil en que viajaban.
Rato antes habían iniciado el consumo de bebidas alcohólicas. En el asiento trasero ocultó una pistola y era parte del plan.
Así, tras arribar a Casas Coloradas, donde vive
Martín Armando Cataño Hernández, propietario de una llantera y tío del sargento, lo convencieron para unírseles. Ya era de noche.
De regreso a Acaponeta, Iván justificó que se sentía cansado y le pidió a José Luis que manejara. Así le disparó por la espalda.
Martín Armando, que ocupaba el asiento de copiloto, narraría que sólo escuchó un disparo y cuando se detuvo el carro se echó a correr. En esos momentos Iván mató a su esposa.
En el lugar de los hechos las autoridades habrían encontrado una cadena con una placa con el nombre de Iván, detenido horas más tarde cuando se presentó a trabajar al 86 Batallón. Quería hacer creer que no sabía nada pero pronto contó todo.
Iván Cataño se encuentra recluido en la penal de Tepic.
Foto: Fiscalía General.
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