* Habría que cuestionar si muchos de nosotros en ocupaciones diarias, en nuestras opiniones, tan sólo a través de redes sociales, acaso incurrimos en la ofensa constante a quien piensa y actúa distinto.
Hace años, platicando con una funcionaria ministerial que atendía asuntos de violencia familiar, recordó la declaración de una joven mujer refiriendo que su esposo no era agresivo…salvo cuando consumía un determinado tipo de drogas. Entonces sí, la alteración era prácticamente inevitable.
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Cuando en Nayarit vivimos una auténtica guerra entre organizaciones criminales, principalmente entre los años 2009 a principios del 2012, lo que dejó numerosas víctimas mortales, se volvió constante la opinión generalizada de relacionar a los fallecidos con grupos delictivos; es decir, pareciera como si buscáramos algún dato para medio justificar lo sucedido, generando una revictimización, en lugar de cargar contra los responsables. Si lo mataron fue por algo, se insistía, aunque no pocas veces se hubiera tratado de personas inocentes.
El fenómeno anterior ha traído otro: ya no es sólo matar, sino cómo matar, por lo que delincuentes que no forman parte de organizaciones del narcotráfico pueden llegar a cometer asesinatos imitando una manera para desviar la atención y las investigaciones, haciendo parecer que se trata de grandes grupos criminales; es decir, se ha ido dando un aprendizaje de la violencia extrema.
Ejemplo de lo anterior se conoció a principios de enero en el norte del estado, cuando tres personas que regresaban de Sinaloa fueron ejecutadas prácticamente por nada y se pretendió desaparecer sus cuerpos. Dos de los responsables están detenidos.
Y para este martes cuatro, el agente de la Secretaría de Movilidad del Gobierno del Estado Luis Antonio Medina Becerra fue calcinado en el potrero Los Cerritos, del ejido Tamarindo, municipio de Rosamorada, mientras que el señor Miguel Hernández, de Ruiz, también fue asesinado en la zona, en hechos donde los responsables podrían ser los mismos.
El reclamo es que haya justicia y se detenga a los culpables.
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Es evidente que hay más feminicidios que los que acontecían un tiempo atrás. Incluso una violencia que llega a ser extrema hacia niños.
Entramos a un ritmo en el que son frecuentes los sucesos de alto impacto social.
Al finalizar este apunte, habría que cuestionar si muchos de nosotros en ocupaciones diarias, en nuestras opiniones, tan sólo a través de redes sociales, acaso incurrimos en la ofensa constante a quien piensa y actúa distinto. ¿No somos parte, en cierta medida, de una violencia?
Un apunte: ¿no somos parte, en cierta medida, de una violencia?
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