* La ministra Norma Lucía Piña encabeza la resistencia del Poder Judicial frente a un presidente autoritario.
De qué tamaño es el problema de salud en el país, el desabasto de medicinas, que esta semana el Gobierno Federal, a través de sus diputados de MORENA y aliados acordaron desaparecer el Instituto de Salud para el Bienestar (INSABI).
La fecha de este martes 25 es para enmarcarse: la aceptación del presidente Andrés Manuel López Obrador –que jamás reconoce errores, sino que culpa de todo a gobiernos pasados- de que el INSABI fracasó, y de que tenían razón quienes a principios de su gobierno le advertían que no desapareciera el Seguro Popular. Si existía corrupción, pues a proceder contra eso, pero no sepultarlo.
Ahora, como en los tiempos de la mayoría priísta, en un dos por tres la Cámara de Diputados procedió a echar tierra al joven Instituto, que no sirvió.
¿Y ahora a quién culpar?, ¿dónde la corrupción, si el INSABI fue creado por este gobierno?
La derrota del presidente en materia de salud está saliendo cara a los mexicanos. Basta que pretendamos surtir una receta de medicina en un hospital público para retirarnos con sólo una parte, porque casi siempre hay faltante.
Desaparecer el INSABI significaría una señal de que estamos ante un gravísimo problema en salud.
Con un estilo de gobernar de hablar y hablar, de presentarse como víctima, López Obrador se aferra a enfrentarnos: mexicanos contra mexicanos. Los que están con él, defendiendo, justificando todo lo que dice y hace, y los conservadores que quieren el regreso de los corruptos –no se cansa de repetir.
A menos de año y medio de que deje la Presidencia de la República, todavía falta conocer al López Obrador sin límite que hará cuanto sea necesario para que su lugar sea ocupado por quien él designe.
Si Lorenzo Córdova ya dejó el Instituto Nacional Electoral (INE) y el presidente parece descansar de él, recientemente la ha emprendido contra el Instituto Nacional de Acceso a la Información (INAI), el organismo que vela por la transparencia desde el poder público: “no sirve para nada”, ha dicho, pero sobre todo, tiene en la mira a algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), especialmente la ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández, cabeza el Poder Judicial Federal.
El presidente que pone apodos: “Porfirito”, llamó a ex funcionario del INE; “Su alteza serenísima”, dijo de un ministro, a López Obrador le molesta la independencia de Norma Lucía Piña. Y cómo no, si antes tenía como aliado a un ministro presidente débil: Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, a quien por supuesto elogiaba.
Al igual que la falta de medicinas que afecta por parejo a seguidores y a críticos del presidente, la inseguridad sin límite en muchas partes del país, habría que detenernos en lo que hoy representa la ministra Norma Lucía Piña: la resistencia del Poder Judicial Federal frente a un presidente autoritario que busca, si no puede someterlo, generarle descrédito.
Del papel asumido por Piña Hernández, de su independencia, depende la tranquilidad en buena medida de muchos mexicanos, puesto que todos buscamos el amparo del Poder Judicial Federal ante alguna problemática legal. Por ello no puede estar sometido.
Tan sana es esa independencia, que bien quisiéramos que derramara a los poderes judiciales de los estados.
Hasta ahora, cumplidos prácticamente los primeros cuatro meses en el cargo, la ministra Norma Lucía se ha convertido en una mujer que está haciendo historia.
Una mujer crucial para la independencia del Poder Judicial Federal
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