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Vie, Abr

El hablador

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* Eso suele gustar en mucha gente: tener a un presidente aparentemente envalentonado, aunque incapaz de hacer frente a las grandes crisis que vive México.

 

Si popularmente se dice que cae más pronto un hablador que un cojo, con el presidente Andrés Manuel López Obrador no parece aplicar.

Cuando siente que las evidencias son contundentes en su contra –los videos de sus hermanos recibiendo dinero, o la casa de su hijo en Houston- arremete contra blancos favoritos como los periodistas Carlos Loret y Carmen Aristegui y no los suelta por un buen rato.

Es un hablador que se mantiene con un nivel alto de aceptación y cuya figura seguramente influyó para que este domingo los candidatos de su partido MORENA ganaran las elecciones de los gobiernos de Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas e Hidalgo, mientras que la oposición se quedó con Aguascalientes y Durango.

En las mañaneras, el presidente se aferra a dar línea de lo que quiere que se hable en las siguientes horas, pero por supuesto evita ahondar en las crisis de inseguridad en el país, de feminicidios y desaparecidos, de pobreza, de faltante de medicinas. Su gobierno puede finalizar como el de mayor número de homicidios en los últimos sexenios, y también de crímenes a periodistas.

Siempre buscando desacreditar a sus críticos, por otro lado se comporta protector de gobiernos de dictadores:

A diferencia de otros presidentes, López Obrador no reclamó con fuerza a Vladimir Putin por la guerra de Rusia contra Ucrania. Y ahora, ha decidido no asistir a la Cumbre de las Américas porque no fueron invitados todos los países, en especial Cuba, Venezuela y Nicaragua. Son los amigos que le gustan, los que tienen sometida a su gente.

Y ni qué decir del lenguaje que utiliza para dirigirse a la delincuencia organizada, que aunque correteen y avergüencen a soldados, él los quiere bien cuidados: “abrazos, no balazos”, cuando se le ha repetido que está obligado a llevar a los delincuentes ante la justicia, no menos.

A tres años y medio de la administración del Gobierno Federal, el presidente ha polarizado al país, hablando y hablando, creando espejismos de bonanza.

En su mundo, si no estás con él, si medio lo críticas, entonces serás conservador y complaciente del régimen anterior.

Sin embargo, traducido en votos, le ha funcionado.

Ahora, con su no asistencia a la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, California, muchos podrían interpretarla como que ya nos ponemos de tú a tú con Estados Unidos. Antes fue España.

Y eso suele gustar en mucha gente: tener a un presidente aparentemente envalentonado, aunque incapaz de hacer frente a las grandes crisis que vive México. Él no es presidente para esos retos, porque para todo culpa al pasado. Lo suyo es hablar todas las mañanas.

Ahora su tarea es que quien lo releve en el cargo en el 2024 sea alguien a través del cual pueda seguir mandando en el país.

* Se pide  a medios de comunicación NO plagiar las notas de Relatos Nayarit. 

 

 

 

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