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Vie, Abr

El presidente insensible

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* Si todas las mañanas lo que hace es hablar y hablar y hablar, ya tiene tiempo repitiendo lo que a él le interesa: celebrar el año próximo un ejercicio de revocación de mandato.

 

Hace unas horas leí un letrero en un hospital particular sobre los costos que tiene la atención por Covid-19. Los números dan escalofrío: para el internamiento se necesitarían decenas de miles de pesos, y si se prolonga varios días serían cientos de miles, sumas inexistentes para la inmensa mayoría de los mexicanos.

El aviso me recuerda las recientes notas informativas que he escrito sobre juicios de amparo por la salud: el reclamo de pacientes por carencias en medicina y tratamientos médicos en instituciones obligadas a cumplirlas.

En el país hay una cruda realidad –una de tantas- que muestra que la salud es uno de los ramos principales donde tendrían que inyectarse más recursos públicos.

Pero al mismo tiempo que leo ese letrero o recuerdo casos de urgencia por el coronavirus: la falta de oxígeno, de pruebas rápidas para detectarlo, o las más de 250 mil muertes oficialmente aceptadas por el Gobierno Federal, igual me encuentro con la manera insensible del presidente Andrés Manuel López Obrador frente a la pandemia.

Si todas las mañanas lo que hace es hablar y hablar y hablar, ya tiene tiempo repitiendo lo que a él le interesa: celebrar el año próximo un ejercicio de revocación de mandato, lo cual, se estima, costaría miles de millones de pesos.

¿Para qué, frente a tanta pobreza y con este poderoso virus?

Hace unos días, escuchando al académico Roger Bartra en una entrevista por televisión, decía que lo que López Obrador busca es el aplauso, puesto que la revocación sería prácticamente imposible que ocurriera.

Bartra advertía que generalmente la revocación de mandato en el mundo es impulsada por partidos de oposición, contrario a lo que sucede aquí en que el presidente y su partido MORENA urgen a ello.

López Obrador necesita ese momento de saberse ganador en una votación. El presidente vive para sí mismo, cegado en pretender pasar a la historia como lo hicieron Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas.

En ese comportamiento insensible metió al país, con la complicidad de algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a una pregunta confusa e innecesaria sobre si se debía llevar a juicio a ex presidentes. El asunto quedó en prácticamente nada, sin embargo, la Fiscalía General de la República, con pregunta o sin pregunta, por supuesto podría enjuiciar a Enrique Peña, Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Zedillo, Carlos Salinas o cualquier otro personaje, en caso de contar con elementos.

 

He hecho una llamada por teléfono a un conocido que vive en Estados Unidos. Me responde que hay innumerables lugares donde pueden hacerse la prueba del Covid-19. Acá en México el Gobierno Federal no quiso gastar en ello. Por tanto cabe reconocer a instituciones que sí han destinado recursos para acceder a esas pruebas, como la Universidad Autónoma de Nayarit.

Ojalá alguien pudiera convencer al presidente de que un peso gastado en la revocación, será un peso tirado a la basura porque todos sabemos que él seguirá siendo presidente hasta el 2024 -con o sin ejercicio de revocación-, porque así fue elegido hace tres años.

Por qué mejor no rescatar ese peso e invertirlo en salud.

* Se pide a medios de comunicación NO plagiar las notas de Relatos Nayarit. 

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