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Vie, Abr

10 meses contando las muertes de coronavirus

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* Si la orientación parece tan sencilla como guardar distancia unos de otros, usar cubrebocas, ¿por qué incumplimos y nos seguimos infectando?

 

La llamada delincuencia organizada mata a balazos y de otras formas espantosas, por la rivalidad entre grupos criminales.

El coronavirus Covid-19, también letal, está lejos de los primeros: este no es de escándalos, sino que ocupa de cariño entre personas, de acercamiento, de saludos, abrazos y besos, de malos hábitos de higiene, de quienes no frecuentan lavarse las manos.

Nadie está exento de contagiarse, pero, en parte, el Covid-19 se mantiene vivo por la confianza o el valemadrismo de muchas personas, que creen que el virus se alojará en otros cuerpos, no en nosotros ni en nuestras familias.

Si la orientación parece tan sencilla como guardar distancia unos de otros, usar cubrebocas, ¿por qué incumplimos y nos seguimos infectando entre conocidos y familiares? Si el mundo repite que evitemos las concentraciones innecesarias, que no estuviéramos entre grandes números de personas en fin de año, ¿por qué lo hicimos si sabíamos que, si alguien llevaba el virus, lo transmitiría a los demás?

No hay justificación.

 

Pero si muchos ciudadanos en general desatienden las advertencias por el coronavirus, peor es que las autoridades entren a la misma dinámica. Y así está sucediendo.

El lunes 11 este reportero abordó dos camiones de servicio público en Tepic, en los cuales los conductores permitieron el ingreso de algunos pasajeros sin cubrebocas. Incluso, uno de los operadores no lo traía, y estamos hablando de espacios cerrados sin la debida ventilación.

Esa mala práctica está ocurriendo, sí, por la apatía del ciudadano, y porque la autoridad competente incumple con su tarea de vigilancia.

Las autoridades no pueden relajarse.

Y en medio de ello, este miércoles inició la vacunación en Nayarit para el personal de salud, los que están en la primera línea atendiendo a los enfermos de Covid-19 y, por tanto, en alto riesgo de contagio.

Según se ha informado, la enfermera Oralia Ramírez Torres y el doctor Oscar Ramos, del Hospital Civil de Tepic, fueron los primeros en recibir la vacuna en el estado.

 

Pero, se insiste, lo más importante es el comportamiento de las personas en medio de una racha que podría ser peor a la de los meses de junio, julio y agosto.

Este martes 12, la Secretaría de Salud en el estado reveló que los casos activos de Covid-19 son 936, oficialmente reconocidos, de los cuales 504 se encuentran en el municipio de Tepic. Podría tratarse del número más alto, o uno de los mayores, desde el inicio de la pandemia. Y los fallecimientos suman mil 94 en la entidad.

Para darnos una mejor idea de cómo ha crecido la pandemia en las últimas semanas, el ocho de diciembre se reportaron 557 casos activos en el estado, 275 en Tepic.

Debe ser resultado de las fiestas de finales del 2020.

 

El “quédate en casa” ha sido rebasado. Muchas personas no pueden trabajar desde sus hogares.

Por ello la importancia de insistir en las medidas básicas de sana distancia, el uso de cubrebocas y el constante lavado de las manos o, en su caso, de gel antibacterial.

Pero igualmente repetir que si alguien no puede relajarse, son las autoridades, responsables de vigilar el transporte, restaurantes y demás giros.

Tenemos 10 meses contando a nuestros muertos.

Y por si fuera poco, ya están aquí las campañas políticas, que irresponsablemente generan concentraciones mayores de personas. Esperemos que haya candidatos que den prioridad a la salud de sus seguidores, no a los tumultos.

 

“Todas las formalidades se habían simplificado y en general las pompas fúnebres se habían suprimido. Los enfermos morían separados de sus familias y estaban prohibidos los rituales velatorios; los que morían por la tarde pasaban la noche solos y los que morían por la mañana eran enterrados sin pérdida de tiempo. Se avisaba a la familia, por supuesto, pero, en la mayoría de los casos, ésta no podía desplazarse porque estaba en cuarentena si había tenido con ella al enfermo. En el caso en que la familia no hubiera estado antes con el muerto, se presentaba a la hora indicada, que era la de la partida para el cementerio…”

El último entrecomillado fue escrito en la novela La Peste (1947), de Albert Camus, pero bien acomoda al tiempo actual por el Covid-19.

(En la foto, la enfermera Oralia Ramírez al ser vacunada)

* Se pide a medios de comunicación NO plagiar las notas de Relatos Nayarit.

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