* La saña y la exposición de los cadáveres no tiene límite.
La exposición de los cadáveres en las calles de Tepic se multiplica.
Con frecuencia pareciera que a falta de balas, o para ahorrarse las mismas, se recurriera a otros actos de salvajismo: asfixiar a las víctimas enrollando sus cabezas en cinta plástica.
En estas semanas y meses de matar y matar, son traídas a lugares públicos las víctimas para que se sepa quiénes son, por si hubiera alguna duda y para que no queden como desaparecidos. Y si acribillan por error a inocentes, para los matones cuenta lo mismo, pero no para la gente de bien.
La saña con los cadáveres no tiene límite: les han arrancado la cabeza, los dedos. La imagen de una mujer joven es profundamente dolorosa: ¿por qué exponer su cuerpo desnudo?, ¿qué encierra una acción así?.
Son tantos los fallecidos que, sumados a los “levantados” y desaparecidos, cualquier número es posible de creerse.
En esta guerra que se libra en Tepic hay una situación igualmente preocupante: ¿nos estamos acostumbrando a este matar y matar?.
Tantas muertes reafirman que la realidad supera a las fuerzas federales y las policías estatales y municipales. Más pareciera que si algún día estas matanzas disminuyen, no será porque los gobiernos pusieron remedio, sino porque uno de los grupos delictivos se impuso sobre el otro, o simplemente se repartieron el territorio para operar en sus espacios.
¿Nos estamos acostumbrando a este matar y matar?
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