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Mié, Abr

El caso Pepe Arrambide: bajar 50 kilos sin rebote

Especial
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* En los últimos años, la historia de este abogado, inspector de pesca, se convirtió en un asunto de vida o muerte por los 160 kilos que llegó a pesar.

 

José Reyes Arrambide, mejor conocido como Pepe Arrambide, jamás imaginó que de ser jugador de futbol americano, atlético, llegara a rondar los 160 kilos hace unos dos años, lo que se convirtió en un asunto de vida o muerte. 

Abogado de profesión, ex agente del Ministerio Público y ahora inspector de pesca, Pepe Arrambide, de 37 años de edad, cuenta que en la última época de gordura excesiva, además de padecer dolores de cadera, espalda, tobillos, rodillas, lloró junto a su esposa Jacqueline Barajas que lo despertaba en las noches creyendo que se estaba ahogando, muriendo, porque no lo veía respirar.

“Estaba sufriendo el apnea del sueño, donde uno deja de respirar por determinado tiempo cuando está dormido. Igual pasaba con mis compañeros de trabajo cuando nos quedábamos a dormir fuera de Tepic. Ellos tampoco me dejaban manejar porque siempre tenía sueño. Me dormía en la carretera, en las reuniones”.

Huérfano de papá cuando tenía seis años –José Reyes murió a los 36 años por un infarto-, Pepe recuerda el día en que tocó fondo en su situación, cuando su esposa le preguntó si él, que no cuidaba su peso, quería que sus cuatro hijos sufrieran lo mismo cuando perdió a su papá siendo niño. 

Su mamá Elia Arrambide –fallecida a principios del 2012- le decía lo mismo: debía cuidarse, ya no sólo por él sino por su familia.

“Comía en exceso cuatro veces al día, pero además repetía platillo. Y después comía lo que hubiera: que un bolillo, fruta, cacahuates. Borundangueaba todo el tiempo. Diario me tomaba cuando menos cuatro Coca-Colas. No paraba de comer. Y en el día me sentía muy cansado, con sueño. Mi vida en la casa era tener el control de la televisión”.

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Pepe Arrambide es encontrado la mañana de este miércoles en una escuela secundaria, inscribiendo a su hija Mari José, de mucho parecido a él. Bebé un café.

No lo reconocía, le indica este reportero. Y cómo no: si en el último año y medio ha bajado aproximadamente 50 kilos.

“Tengo 37 años y ando pesando 110 kilos pero mi meta es bajar a los 90. Yo no quería una cirugía de estómago ni tomar pastillas para adelgazar y eso ha sido lo mejor. He bajado poco a poco y no hay rebote. Lo que hice, con la ayuda de un nutriólogo, fue aprender a tener una disciplina para comer, a dejar de borundanguear, a tener un equilibrio, eso ha sido clave y con una decisión que antes no tenía.

“Los primeros meses fueron terribles. Lloraba de desesperación y de coraje porque quería seguir comiendo como antes. Abría el refrigerador, veía la comida y lo volvía a cerrar. Sentía como que me hormigueaban las manos, pero ahora todo eso ha valido la pena”.

Explica que otra situación importante ha sido la de incluir el ejercicio. Al fin ex jugador de futbol americano, señala que cada tercer día corre unos ocho kilómetros en Tepic o en algún poblado donde está asignado como inspector de pesca. “No corro fuerte, pero voy trotando como una hora”. 

Y también nada en el mar. Por ejemplo, a partir de este viernes y durante dos semanas, por cuestiones de inspección sobre la pesca de camarón permanecerá en la zona costera del estado, lo que aprovecha para nadar en los ratos que puede, alrededor del barco en que se transportan.

“Ahora hay más energía en mi cuerpo, ya no me duermo. Y disfruto más a mi familia. Subimos el cerro, vamos a albercas. Ha sido un cambio total de vida. En los últimos cuatro años de gordura estuve en el límite. Cuando estaban las balaceras, algunos de mis amigos me bromeaban diciendo que los sicarios me estaban buscando para ‘darme cuello’ porque yo no tenía, por lo gordo”.

Pepe Arrambide acepta contar su historia esperando que pueda influir en otras personas que enfrentan una gordura excesiva. Lo principal, insiste, es tomar la decisión de cambiar, de meter disciplinarse en la comida. Además del apoyo familiar.

 

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(En las imágenes: Pepe con su hija Mari Jose; y con su esposa y el menor de sus hijos José Emiliano, en su época de gordura. Fotos: Oscar Verdín/relatosnayarit)

 

 

 

 

 

 

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