* “A todo dígale que no”, explica un ejecutivo bancario cuando se le cuestiona sobre tantas preguntas en el monitor del cajero.
El afán de las instituciones bancarias para conseguir nuevos clientes de sus tarjetas de crédito o algún seguro médico, entre otros, ha llegado ya no por el contacto directo de sus empleados, sino que incluso se le apuesta al error humano.
Y ese puede ocurrir de diversas formas, una de ellas durante el retiro de efectivo en los cajeros automáticos. Tal es el caso que al finalizar las operaciones de retiro del dinero aparecen en el monitor preguntas sobre diversos servicios que ofrece el banco.
“A todo dígale que no”, responde un ejecutivo bancario cuando una persona cuestiona sobre ello.
Pero bastará el error, el “si” involuntario en la máquina, para que en un dos por tres se tenga un servicio del que no se conocen los detalles y para el que liberarse, eso sí, será un lío y probablemente costará dinero.
Sin duda, un asunto más de acoso, de esos que abundan a los ahorradores.