* El profesionista fue privado de la libertad en junio del 2018, sin que a la fecha se conozca su paradero.
El viernes 21, familiares de personas desaparecidas salieron a las calles de Tepic para protestar, reclamar, concientizar, para nunca olvidar.
Un caso:
En la manifestación participaron los más cercanos a Francisco Javier Castillo Peña, arquitecto de 40 años que fue privado de la libertad el 19 de junio del 2018; es decir, hace un año.
Lo ocurrido a Castillo es una constante que se ha repetido en otras víctimas, donde su familia no encuentra una explicación al por qué fue “levantado” aquella mañana, a las puertas de su casa en esta ciudad.
Francisco Javier se disponía llevar a su hija a la escuela y, al abrir el portón para sacar su vehículo, un automóvil Tsuru le cerró el paso. Descendieron sujetos con armas de fuego que lo obligaron a ir con ellos. Además, el grupo agresor se llevó un carro de la víctima.
Horas más tarde, ambos vehículos fueron encontrados, el Tsuru abandonado en una brecha fuera de Tepic, y el segundo vehículo en un estacionamiento de la zona centro. Del arquitecto no se supo más, salvo que se le permitió hacer una llamada por celular.
Como tantas otras en su situación, la familia de Francisco Javier ha recorrido instalaciones de la Fiscalía General del Estado (FGE), aportando lo que está a su alcance –por ejemplo, una grabación de cámaras-, con la esperanza de que ayuden a conocer su paradero. O ya ofrecieron muestras de sangre, necesaria para el comparativo de ADN cuando se localizan cadáveres sin identificar.
La impactante y dolorosa historia en torno a Castillo Peña –con hijos menores de edad- es la misma de todos los desaparecidos, cuyas familias exigen que las autoridades hagan más. Como en otras partes del país, se han lanzado a las parcelas para buscar fosas clandestinas, rebasando los dispositivos oficiales.
En la manifestación del viernes 21, esos que nunca olvidarán a sus seres queridos, que los buscan siempre, mostraron pancartas con las fotografías de aquellos. La de Francisco Javier fue sostenida por su papá.
A la par del reclamo público, la marcha por desaparecidos contiene un mensaje de concientización social por el grave problema que el tema representa en México. Los “levantones” se han convertido en noticia cotidiana, como si advirtieran que si antes lo cometían sujetos involucrados en el crimen organizado, ahora pueden participar individuos de delincuencia menor. Una plaga que ha avanzado sin remedio.
La marcha es un reclamo crudo, constante.
Si han ido a Palacio de Gobierno y al Congreso del Estado, no es sólo para exigir una mayor prontitud en las investigaciones, sino para mostrar en carne propia su dolor.
Desparramados en el patio central del Congreso, recargados en las paredes, uno de los quejosos cuestiona qué harían desde el gobierno si el desaparecido fuera hijo de un alto funcionario, de un presidente, un gobernador, un diputado, de un magistrado.
Así, con la misma prisa con que sería buscado, así esperarían que ocurriera con sus desaparecidos.
(Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit)
Francisco Javier Castillo, el arquitecto que cumplió un año desaparecido
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