* Por un lado se exige el incremento del pasaje, pero no se depura a los malos operadores, que ponen en peligro la integridad de las personas.
El anuncio de permisionarios de transporte público que urgen para que haya un aumento al boleto, actualmente de siete pesos en general y 3.50 para estudiantes, se ha convertido en un tema crónico.
La demanda, basada en los costos para mantener en circulación los camiones, podría tener un sustento, pero igual es la razón de miles de usuarios que se oponen al aumento por la difícil situación económica que vive la mayoría y por el mal estado de no pocas unidades.
Pero hay algo de mayor preocupación. De manera recurrente, cuando hay un incremento se acompaña de la promesa de que habrá nuevos camiones, pero no lo es todo: se requiere una real vigilancia sobre el servicio que ofrecen los conductores, en la mayoría de los casos malo, con irresponsabilidad, por el riesgo al que exponen a los usuarios.
En ello han fallado gobiernos y permisionarios, puesto que a todas luces se conoce la alta velocidad en que son manejadas la mayoría de las unidades, el hecho de que se utilice equipo de sonido a alto volumen, el constante uso del celular, o la siempre prisa para acelerar cuando los pasajeros aún están subiendo o bajando.
Tan fácil de corregir lo anterior como efectuar operativos dentro de las unidades.
En los últimos días el tema regresó al primer plano. Los permisionarios se pronuncian por un aumento, mientras que personajes como el presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Autónoma de Nayarit, Aarón Noel Verduzco, externan lo contrario.
Y mientras tanto, nadie corrige la problemática para retirar a los operadores que ponen en peligro la integridad de los demás.
Transporte público: entre demanda de aumento e irresponsabilidad de conductores
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