* Los detenidos por el plagio en Sauta se reservan el derecho de declarar por escrito; el líder de la banda sigue prófugo.
Alrededor de la medianoche del jueves 16, atemorizados por la falta de comunicación con sus cómplices, dos de los secuestradores de un agricultor de Sauta, municipio de Santiago Ixcuintla, lo dejaron solo, en un cerro colindante a Mecatán, con la condición de que no se alejara hasta el amanecer y que el lunes 20 les entregara un millón de pesos.
Aunque fue atado a un árbol y con una venda en los ojos, el plagiado consiguió desatarse e inició la caminata hasta llegar a una huerta de mango. Pidió ayuda a un hombre que había madrugado a su parcela y éste lo sacó de esa zona en su camioneta. No había comido en las últimas 24 horas.
Avanzaron unos kilómetros cuando encontraron patrullas de la policía estatal, que desde un día antes, tras el secuestro, desplegaba un operativo con decenas de agentes.
Quienes estuvieron al frente de la investigación tenían la seguridad de que el agricultor era mantenido en un área cercana a Sauta, puesto que familiares de la víctima iniciaron una persecución tras el plagio, hubo un rápido aviso a la policía, además de que los secuestradores incurrieron en acciones que pronto se les revirtieron.
Por ejemplo, durante la mañana del mismo jueves, el helicóptero Apache de la policía estatal realizó un sobrevuelo en la zona, además de que uno de los secuestradores empezó a recibir llamadas por celular, avisándosele que muchos policías se encontraban con familiares del secuestrado.
Atemorizado –se deduce-, el jefe de la banda realizó llamadas a la casa del secuestrado no sólo para exigir el pago de ocho millones de pesos, sino para que éste pidiera –le pasó el celular- a su familia que no aceptara el apoyo de la policía. Sin embargo, el informante de los delincuentes siguió llamando: más agentes llegaban, moviéndose en la zona. Y nuevamente el secuestrador llamó a la casa e incluso al celular de un pariente de la víctima.
Lo anterior confirmó que el secuestrado seguía en un área cercana, pero además permitió a la policía iniciar un rastreo del celular desde el cual se efectuaban las llamadas. Unas horas después la policía confirmó que el aparato salió de una tienda ubicada en Tepic, y que un distribuidor de un negocio en Mecatán lo había vendido ahí.
Las llamadas permitieron confirmar que había delincuentes fungiendo como “halcones”, vigilando los movimientos de los policías.
EL PLAN EN TEPIC
El domingo 19, la Fiscalía General del Estado (FGE) emitió un comunicado de prensa en el que informó la detención de los presuntos secuestradores Heriberto Hernández Medina, Efraín Antonio Beltrán Sotomayor, Héctor Pérez Azcona, Mario Zepeda García y la mamá de éste, Eduviges García Rojas. Otros integrantes de la banda, huyeron.
Aunque no se explicó a detalle el operativo, las primeras detenciones debieron efectuarse el mismo jueves 16, ya que por la noche, al perder contacto con sus cómplices, quienes cuidaban al secuestrado decidieron dejarlo en el cerro, aunque pidiéndole, como última opción, que el siguiente lunes entregara un millón de pesos.
La señora Eduviges habría sido detenida cuando arribaba a Mecatán, donde viven sus padres. Ha dicho que desconocía lo del secuestro.
El lunes 20, al ser presentados ante un juzgado penal, los acusados se reservaron el derecho para declarar posteriormente por escrito. Se conoció que casi todos radican en Tepic y que dos de ellos habrían trabajado en una empresa distribuidora de muebles.
La víctima habría identificado a uno de los sujetos que lo privaron de la libertad. Por cierto, inicialmente utilizaron un automóvil y luego una camioneta para su traslado.
El delito de secuestro se castiga con una pena de entre 20 y 50 años de cárcel.