* Las mujeres que por años guardaron objetos de visitantes a la prisión ahora están en el bulevar Tepic-Xalisco; sus ingresos cayeron drásticamente.
Cuando se les encuentra, cualquiera pensaría que las señoras Celia Franco Sánchez, su hija María Virginia Soria e Hilda Morales Fausto están descansando bajo la sombra de un árbol, frente a la penal de Tepic por el bulevar a Xalisco.
Pero no: se sienten desamparadas, desesperadas porque en un dos por tres perdieron mucho de su trabajo. Y es que a partir de esta semana fue instalada, junto al acceso a la penal, un área de paquetería, lo que dio al traste a las dos primeras citadas, que han atendido esa función durante años.
Por cientos guardaban desde bolsas, celulares, llaves, lentes, cachuchas y demás a visitantes a la prisión, a cambio de unos pesos. Incluso llegaron a cuidar algún niño.
“Yo tengo dos hijos de 16 y cinco años. Mi hijo el mayor está enfermo del cerebro y ahora no sabemos qué hacer”, indica María Virginia. De un día para otro sus ingresos cayeron más del 90 por ciento, puesto que muy pocos visitantes a la penal les llevan sus cosas a guardar. Están lejos de la entrada. Y además ya han enfrentado una tormenta.
La señora Celia Franco añade que ellas no quieren tener problemas con nadie, sino únicamente que se les permita trabajar, instalarse en un lugar en el que ganen para el sustento de sus familias.
Por su parte, Hilda Morales, madre soltera con tres hijos, era la responsable de los baños instalados afuera de la penal. “Yo me encargaba de mantenerlos limpios, de comprar lo que se ocupara, jabón y hasta un tinaco, y me quedaba la cooperación de dos pesos por persona que entraba”.
Pero ahora esos baños están cerrados.
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Mientras tanto, en el extremo contrario, en un puesto ubicado en la esquina del bulevar, afuera de la penal junto a los juzgados, la señora María Asunción Huerta y su nuera Silvia Varela Hernández cuentan la misma historia.
María Asunción detalla que ha trabajado más de 15 años guardando objetos de visitantes y conoce a muchas esposas y madres con hijos detenidos. “A veces salen llorando y nos agarramos llorando juntas”.
Dice que se hace cargo de dos de sus nietos, mientras que Silvia tiene dos hijos pequeños.
La señora María Asunción solicita que al menos se les permita instalarse cerca de la entrada a la prisión, puesto que donde están, en la esquina, quedan lejos de los visitantes.
“Yo inicié la paquetería aquí, es una fuente de empleo para mi familia. Estamos desesperadas, hay gente que nos sigue buscando por la confianza que nos tiene. Me dicen que busque al gobernador, pero ¿dónde lo veo?”.
(Las señoras afectadas. Fotos: Oscar Verdín/relatosnayarit)