* Se han burlado de ellas en la calle y duele, pero coinciden, “no nos importa lo que diga la gente”.
* Silbia explica que alguien que no afronta su preferencia por una persona del mismo sexo vive con mucho miedo, especialmente al interior de su familia.
No han sido pocos quienes se han burlado de Isabel Flores Sánchez y Silbia Hernández Sánchez cuando las encuentran en la calle y tomadas de la mano. Las han visto con curiosidad y más de alguien las ha ofendido: ‘ahí vienen otras marimachas’.
“Antes dolía más, lo discriminan a uno feo, pero hoy no nos importa lo que diga la gente”, indica Silbia Hernández.
Isabel Flores añade: “he visto parejas de personas del mismo sexo y una va adelante y la otra atrás, por vergüenza y por miedo a la gente. Pero entre más se escondan, mucha gente lo verá con más morbo. Para mí, lo más bonito es estar con quien uno quiere, no con quien lo dicte la sociedad: si eres mujer, estar con un hombre. No, hay que vivir con quien uno sea feliz”.
A Isabel le parece triste conocer a mujeres que viven con hombres pero sienten atracción por otras mujeres, y también hombres casados y con miedo a aceptar su homosexualidad.
Isabel y Silbia coinciden en que la relación entre personas del mismo sexo no es fácil de afrontar socialmente, y más doloroso aún al interior de la familia.
Isabel, de 43 años, tiene tres hijos de 26, 22 y 15 años, respectivamente, quienes aceptan su relación con Silbia, de 35 años. Una hija de Isabel fue quien abrió la puerta de su casa a este reportero, al mediodía del martes 16, durante el encuentro en la colonia Valle de Matatipac. La joven es mamá de una niña, nieta de Isabel.
Silbia tiene una hija de 14 años.
Isabel, quien anteriormente vivió en pareja, en épocas distintas, con dos hombres, padres de sus hijos, entiende el tamaño de lo que significa su relación con Silbia y por ello capta el mensaje de la sociedad, muchas veces de rechazo, puesto que para ella tampoco fue fácil, sino que tomó la decisión de hablar con su familia hasta que tenía 32 años. Y fue doloroso, recuerda mientras brotan las lágrimas. Dice que temía a la reacción de su papá pero fue éste quien la sorprendió, diciéndole: “hija, eres mucha mujer, estoy orgulloso de ti”.
Su mamá, sin embargo, ha sufrido y le insiste que no puede aceptar que su pareja sea otra mujer. “Mis hijos, mis hermanos, todos saben como soy y me aceptan. Aquí en el barrio la gente me respeta y me quiere. No tengo problemas con nadie”.
En el caso de Silbia, cuenta que hace unos años habló del tema con su hija, quien de hecho ya le había preguntado sobre ello. “Se enojó un poco, pero su enojo fue porque yo antes había negado con ella mi preferencia. Yo no quería decírselo porque estaba muy chica”.
Respecto a su mamá, señala que inicialmente fue algo que la incomodó, pero ahora mantiene una buena relación con Isabel.
“NO SE DESTAPAN POR MIEDO”
Tal y como se indicó en Relatos Nayarit el domingo 14, se trata de la primera pareja de mujeres que obtuvo un amparo de un Juzgado de Distrito y podrá contraer matrimonio por lo civil en Nayarit, tan pronto como la sentencia quede firme.
La fecha del matrimonio podría ser el 13 de octubre, por ser cumpleaños de Silbia, o esperar a diciembre para que estén presentes más familiares. “No te cases sin mi”, le pidió el hijo menor de Isabel, que actualmente está con su papá en Estados Unidos.
Isabel se dedica a la venta de pollos rostizados en las colonias Valle de Matatipac y Los Sauces.
Silbia trabaja como chofer en el taller mecánico Midas y cumple con diversas encomiendas: de cobro, compra de refacciones, ir al banco, trasladar clientes; está inscrita en el Seguro Social y tan pronto contraiga matrimonio dará de alta a Isabel con ese beneficio, marcado en la respectiva sentencia de amparo.
Sentadas en el mismo sillón y tomadas de la mano, consideran que el rechazo de muchos a las parejas del mismo sexo es porque lo asocian con el escándalo, la falta de valores. En su caso, explican, caminar por la calle tomadas de la mano es lo más normal, pero evitan los besos y otras caricias en la vía pública. Para eso está el espacio en privacidad.
Esa parte de guardar las formas, dicen, las ha identificado una en la otra: les gusta el relax, no el relajo.
Isabel abunda: “yo confío en Silbia y ella en mi, nos gusta la vida sin hacer daño a nadie. Por eso tomamos la decisión de presentar el amparo para casarnos. No sabíamos cómo, pero nos animó Hermilo Márquez (“Milo”, líder de la comunidad lésbico-gay). Nos dijo que fuéramos con el abogado Alfonso Nambo y él hizo todo”.
Silbia se adentra en el dolor que muchas veces representaron las burlas hacia ella y “que duelen feo”. Considera que ese miedo de muchos, hombres y mujeres, y especialmente al interior de la familia, los detiene para que acepten su preferencia por otra persona del mismo sexo. “Se vive con miedo a lo que diga la gente y por eso muchos no se ‘destapan’”.
Isabel y Silbia están conscientes que sus apuntes podrían despertar respaldo de unos, y rechazo de otros, pero ante todo, añaden, únicamente piden respeto. Nada más.
Cerca de las tres de la tarde del martes 16, este reportero deja la casa en la colonia Valle de Matatipac. En la plaza continúa la venta de pollos rostizados, el negocio de Isabel.
(Isabel y Silbia, de cabello corto. Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit)
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