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Sáb, Nov

En la plaza Principal de Tepic...¡el hambre!

Especial
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* Un retrato de la cruda pobreza: gentes que no pierden detalle de cuanto se arroja a los tambos para la basura, y que sorben de vasos y otros recipientes desechables, sucios.

 

Los tambos en que se deposita la basura en la plaza Principal de Tepic son permanentemente vigilados por muchas personas en pobreza extrema. 

Basta que los que serían integrantes de una familia tiren dos vasos desechables y un recipiente más pequeño –con residuos de algún refresco o agua, y comida- para que un hombre de algunos 40 años de edad, que ha permanecido cerca y observando todo, los sustraiga y coma y beba con rapidez lo que quedó, acomodado en una de las jardineras de la plaza. Del recipiente más chico sorbe lo que parece ser una sopa aguada. 

¡Es el hambre!. 

El individuo permanece unos cuatro minutos hasta sorber y comer lo que otros han tirado. Echa otro vistazo a los tambos –por el lado que lleva al sur de la calle Veracruz- y se retira, pero sólo para acomodarse en otro sitio, pendiente de lo que pueda llegar al fondo de los grandes recipientes.

Pero el retrato de hambre de este hombre no es único. Se repite en otros tambos y por parte de otras gentes, que no son pocas.

Es la mañana de este jueves 30 de julio.

Un anciano que se ayuda a caminar con un palo, revisa dos tambos junto a la Presidencia Municipal, cerca del mercado Juan Escutia. Parece no encontrar algo llamativo y se aleja. Pero unos minutos después llega otro anciano cargando una mochila en la espalda y una bolsa negra en un brazo. Ahí se le ven botellas de plástico y de vidrio, o algunos botes de aluminio. Busca en los tambos con cuidado pero no se queda con algo.

La plaza Principal de Tepic se ha convertido en el lugar donde decenas de personas se presentan todos los días para luchar contra la pobreza, y donde esos tambos de basura representan para muchos una oportunidad de encontrar comida. 

Desde los indigentes y enfermos mentales, o varios ancianos y una señora joven que llevan años estando allí en sillas de ruedas, solicitando alguna moneda. Uno de ellos, amputada la pierna derecha, llama la atención haciendo sonar unas monedas en el interior de un vaso. Y en otro extremo de la plaza un hombre con ceguera suena una pequeña campana. 

Hay personas a las que las circunstancias de la vida resultan implacables: juntas la vejez, pobreza, abandono, alguna discapacidad.

Un grupo tipo norteño de jóvenes indígenas ameniza la exposición de la etnia Huichol en la plaza. Al menos ahí están animados.

Una señora camina en solitario mostrando al frente un anuncio mediante el cual pide ayuda. Sus pasos parecieran no tener destino, sino un fin: sobrevivir un día más. 

Y también se observa a una anciana, posiblemente mayor de los 85 años, que no solicita moneda alguna, sino que vende servilletas. Trabaja.

Un aseador de calzado comenta que varios indigentes duermen en los pasillos de una zapatería, en el área de Los Portales. Uno de ellos ha hecho su pequeña bodega al pie de dos aparatos telefónicos; ahí guarda lo que cree puede tener algún valor.

Tras unas horas en la plaza Principal, queda claro que muchos de los que coinciden no van únicamente a pasar un buen rato de plática con los amigos, sino que son muchos los que llegan para disputarse y no perder detalle de cuanto se arroja a esos tambos para la basura.

Por crudo y horrible que se lea, irónicamente esos tambos grandes permiten que sean personas quienes encuentren esos residuos en la basura, antes que las ratas.

(Fotos: Oscar Verdín/relatosnayarit)

* NO al robo de notas. NO se autoriza la transcripción o copia de las notas de Relatos Nayarit a otros medios de comunicación. 

 

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