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Sáb, Nov

La foto premiada, como una mentada a los corruptos

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* El reportero Francisco Palomares narra el momento en que captó a una niña encontrando una bolsa de mangos en la basura, y uno de ellos representó su comida.

 

La fotografía representa como una mentada de madre a los discursos oficiales. 

Una niña de escasos nueve años encuentra entre la basura una bolsa con mangos. Toma uno de ellos y se lo lleva a la boca. Su mamá está cerca. Con los dientes jala la cáscara y, sin que se de cuenta, el momento es captado por Francisco Palomares Bejínez, reportero de los periódicos Meridiano y Gráfico.

Era la tarde del sábado 12 de abril y la escena se desarrolla en la esquina de las calles Aristóteles y Gascón Mercado de la colonia Burócratas. 

Palomares comparte esa y otra fotografía –previa al instante del mango- en la que aparece una segunda niña, más pequeña, las tres buscando comida en la basura.

El sábado tres, Palomares recibió el Premio Estatal de Periodismo por la fotografía de la niña comiendo mango.     

“Yo estaba afuera de una casa familiar cuando ví a la señora y sus dos hijas. Las tres estaban como concentradas en encontrar algo, pero algo que no sabían qué es. Abrían las bolsas de basura para encontrar algo. Es como cuando vas y compras jitomates y estás concentrado en agarrar nada más los que te sirven. 

“Cuando la niña más grande encuentra la bolsa con mangos, avisa a su hermana y a su mamá y le dicen como un ‘órale, que bien’. La niña toma un mango y se lo lleva a la boca, le da un jalón a la cáscara para pelarlo. La búsqueda siguió en la basura un poco más, se llevaron la bolsa con los mangos y unas botellas de plástico”.

Francisco Palomares no intercambió palabras con la señora y las niñas.

COMPROMISO MORAL, SOCIAL

Reportero de la sección policiaca desde hace 19 años, Palomares explica que realmente la fotografía premiada no es buena, que no está bien enfocada, que no tuvo tiempo para más, pero quiere pensar que el premio es por lo que la imagen muestra: una realidad cruda, una realidad que echa abajo el discurso triunfante de los gobiernos. La pobreza de una mujer y dos niñas que encuentran su comida en la basura. 

La fotografía es una mentada de madre a los corruptos. 

Francisco Palomares confiesa que a raíz de que el viernes dos fue avisado de que su fotografía sería premiada, sintió un compromiso interno, moral, por compartir algo de ese premio con las protagonistas de la foto. No sabe qué, no sabe cuándo ni dónde,  pero sabe que lo hará. 

“No sólo a mi, pero ya de viejos nos llegan los sentimientos”, bromea cuando apenas suma 47 años. 

“Ahora no se premió la frase célebre de un gobernador, ni la verbena de la esposa de tal funcionario”.

Siempre montado en su motocicleta, persiguiendo patrullas, ambulancias, camiones de bomberos, Palomares cuenta que dejó de participar en el Premio Estatal de Periodismo cuando en una ocasión se premió la foto de una maceta en la avenida México, cuando él había concursado con una fotografía del segundo “pichonazo” que dejó varias personas fallecidas: “estaba amaneciendo y en la foto se ve hasta la muerte”. 

Pero a finales de abril, animado por un compañero decidió participar, pero ya no con un tema de corte policiaco.  

Dice que la fotografía de la niña con el mango representa también para él una mayor conciencia social, quizás en medida porque tiene dos hijas adolescentes. 

Francisco Palomares ha retratado momentos dolorosos: 

“¡Palomares, me quema, me quema!”, recuerda las palabras de un agente de la Policía Municipal, amigo suyo, con balazos en el estómago, momentos antes de su muerte en el hospital de la Cruz Roja, al igual que otro agente, abatidos por un delincuente hace más de 15 años.

También ha fotografiado, una y tantas veces, a enfermos mentales que caminan sin rumbo en las calles de Tepic. La construcción de un hospital psiquiátrico “no puede esperar, debe ser ya, pero ya; yo me anoto de voluntario para ir a trabajar un día a la semana”, señala quien, por cierto, en su juventud fue voluntario de la Cruz Roja. 

 

(La foto premiada de la niña comiendo, y la segunda en que aparece su hermana. Fotos: cortesía Francisco Palomares/Meridiano)

 

 

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