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07
Lun, Oct

El juez Oswaldo y el día que la banda se oyó en los juzgados

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* “Mis compañeros me hicieron sentir un gesto sincero, y me anima creer que estoy cosechando algo que voy sembrando”, dice el juez Cuarto Penal.

 

Cuenta Oswaldo Delgado Nájar que el martes dos, mientras en su oficina partía un pastel que su equipo de trabajo hizo llegar por su cumpleaños, escuchó la música de banda por la ventana del Juzgado Cuarto Penal de Tepic, del que es titular. 

Se sorprendió. 

Los músicos pronto ingresaron a los pasillos de los juzgados, algo posiblemente nunca antes visto porque se trataba de un gesto auténtico pero en horario de trabajo.

Una empleada de otro juzgado reconstruye la emoción del juez, cerca de las lágrimas.

Se le pregunta y Oswaldo responde:

“Más que miedo, sentí mucha emoción, porque me encontré con un gesto sincero de quienes trabajan conmigo. Sentí un gran afecto hacia mi persona y me faltará tiempo para agradecerles esto que hicieron”. 

Dice que en todo momento estuvo consciente que algunas personas –empleados, abogados o ciudadanos que acudían a alguna diligencia- podrían malinterpretar la música de banda, pero gratamente todos los trabajadores de los cuatro juzgados penales lo buscaron para felicitarlo, e incluso litigantes y público del exterior.

Pronto corrió la voz y algunos magistrados y compañeros jueces lo felicitaron por teléfono. Nadie le pidió detener la música.

Una vez retirada la banda, que tocó una hora, el trabajo judicial volvió a la normalidad, hasta que a las dos de la tarde una empleada avisó a Delgado Nájar de un problema en el exterior al que debía acudir.

“¡Válgame Dios!”, exclama. Ahí estaba un mariachi, otra vez en su honor.

Oswaldo Delgado reflexiona: considera que en su vida, en su trabajo, siempre ha tratado con respeto a todas las personas, a darles un tiempo y un espacio, y que al ser la cabeza de un juzgado no sólo es eso, sino que busca ser solidario y protector con quienes trabajan ahí, pendiente de cualquier situación que se presenta. 

“Yo no planeé nada. Ni me la olía. Sencillamente mis compañeros me hicieron sentir su afecto, y me anima creer que estoy cosechando algo que voy sembrando”.

(Oswaldo Delgado. Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit)

 

 

 

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