* Imposible apartar estos pueblos de sus puestos de venta junto a la carretera.
Sobre una mesa de madera hay decenas de guanábanas, frescas después del corte. En otra mesa hay bolsas de plátano, o pan de plátano, o yaca, mangos, galletas, dulces, papaya, bolsas pequeñas con chile piquín seco o fresco. Hay de todo.
La señora que atiende este negocio en Jalcocotán, municipio de San Blas, tiene la fortuna de vivir junto a la carretera que conduce a las playas de esa zona y ello le genera una posibilidad de trabajo, por lo que suelen ser muchos los paseantes que transitan por ahí, y no son pocos los que –casi obligadamente- se detienen a comprar.
Los comercios suman decenas en esa calle de Jalcocotán. “Los fines de semana abrimos más temprano, pero en los demás días después de las nueve”, indica una de las comerciantes.
La venta de esos productos es parte de la imagen de estos pueblos.
Por ejemplo, El Llano, por la carretera costera rumbo a la playa Platanitos, es imposible apartarlo de los árboles de yaca, cargados de bolas grandes, pesadas y que casi arrastran.
Al igual que las hamacas, en todas las casas parece haber yaca y por supuesto se vende en paquetes, junto a la carretera.
Pero si el verde de la yaca le da color a El Llano, el amarillo de las limas abunda a la altura de La Libertad, a unos kilómetros de Tepic y por la misma carretera. Comerciantes ya instalados desde hace muchos años ofrecen en sartenes la lima, naranja, mango, sandía, plátano, aguacate, y más recientemente le han añadido el tejuino.
Es parte del trabajo y el colorido de estos pueblos.
(Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit)