* Rafael pudo huir, pero más le preocupaba que regresara su hermana menor y encontrara los cadáveres.
Rafael Rosas Escobar olvidó unas llaves y fue la razón por la que regresó a su casa en la calle Delfín de la colonia López Mateos. Era la mañana del jueves 13.
Hacía unos minutos que había dejado a su mamá Alicia Escobar Pérez y a su tío-abuelo Victorino Escobar Sarabia platicando en la sala. Al estar de regreso los sorprendió en el baño, en relaciones íntimas, según contó a la Fiscalía General del Estado y así fue divulgado a la opinión pública.
El caso es que el sujeto de 29 años fue quien un rato después se comunicó al número de emergencias 066 para reportar los hechos. Fácilmente pudo huir, pero más le apremiaba que su hermana menor regresara de la escuela y encontrara los cadáveres. Uno de sus vecinos, al único que avisó previamente, lo animó a entregarse a las autoridades.
De Rafael Rosas se conoció entonces su adicción por las drogas, sus tantos ingresos a centros de rehabilitación y los constantes escándalos familiares, no ausentes incluso los golpes a sus padres. Por ello su versión no era creída inicialmente.
Sin testigos que pudieran diferir de su dicho sobre el por qué navajeó decenas de veces a su tío y a su mamá, la inspección ocular en el lugar de los hechos dio cuenta de un dato: el cinto de Casimiro estaba abierto y el sierre del pantalón abajo.
“…mi tío al verme se le vio la cara de miedo”, contó Rafael posteriormente.
Fuera de si, las palabras de su mamá para que dejara de lesionar a Casimiro, lo animaron y también fue contra ella. Los dos cayeron.
Rafael enfrenta acusaciones por parricidio, por el deceso de su mamá, y homicidio por la muerte de Casimiro.
(Foto: Fiscalía General)