* Ana María olvidó borrar dos mensajes de celular enviados por Luis Miguel y así se descubrió el engaño; el esposo acabó con todo.
Cuando después de las nueve de la noche del sábado 26 de abril, Ana María Madera Ramírez escuchó las sirenas de un camión de bomberos y a unas gentes en la calle comentando que un carro se incendiaba, ella ya sabía que el cadáver de Luis Miguel Munguía Bernal, de 43 años, se encontraba dentro de ese vehículo, un taxi color blanco.
Recién acababa de entrar a su casa su esposo Juan Herrera Gamboa y le contó: había matado a quien fue su amante. Primero lo atacó con una navaja y después le prendió fuego, tras de que se estacionó afuera de la secundaria Luis Ernesto Miramontes Cárdenas, en el fraccionamiento Riveras de La Laguna.
A eso de las 11 de la noche del 26 de abril, cuando la Fiscalía General del Estado ya había iniciado la investigación, Ana María y Juan se dirigieron a un bar de la avenida Insurgentes, consumieron bebidas alcohólicas y bailaron. Ella se resistía, pero Juan quería que lo viera mucha gente para, en dado caso, tener una coartada. Regresaron a su casa durante la madrugada. Ebrio, él se dispuso a dormir.
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Para esas horas los familiares de Luis Miguel eran interrogados por policías; en especial querían saber si era consumidor de drogas, y es que inicialmente se creyó que su muerte sería producto de un ajuste de cuentas entre delincuentes.
Pero fue precisamente un pariente cercano de Luis Miguel quien ofreció una pista crucial a los policías: él sabía de la relación con Ana María, de hecho Luis Miguel se la presentó en un negocio donde ella trabajaba en la venta de tortas, frente a Tránsito del Estado, pero también había escuchado hablar de las advertencias de su esposo, además de que Ana María vivía muy cerca del lugar de los hechos.
Así, pronto se consiguió la detención de la pareja; él es acusado de homicidio calificado, mientras que ella de encubrimiento y tiene derecho a la libertad bajo fianza. De hecho, el martes seis fue citado que estos días podría salir de la cárcel mediante una garantía de 15 mil pesos.
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Juan Herrera sospechaba que Ana María se entendió con otro hombre cuando estuvieron separados, ambos, coincidentemente, taxistas.
Y fue una noche en la primera quincena de abril cuando ella dejó su celular sobre un mueble mientras se bañaba. El olvido era doble: en el celular quedaron dos mensajes que no borró. “Hola, quiero verte”, decía el primero, y “por qué no me contestas, ¿te pegan?”, según una declaración del propio detenido.
Los mensajes fueron leídos por Juan y se lo reclamó a Ana María; amenazó con matarlos si seguía la relación. Ella aceptó que se había entendido con otro hombre, pero en un tiempo atrás.
Lo que Luis Miguel jamás se imaginó fue que el celular de Ana María quedó en manos de Juan y ese 26 de abril por la tarde envió un mensaje que desencadenó su muerte:
“Hola”, escribió.
Haciéndose pasar por Ana María, Juan le respondió: “quiero verte, ¿puedes venir?”, a lo que Luis Miguel contestó: “si, ¿a qué horas?”. Y cayó en el engaño: “te veo a las 8:30 en la calle que está antes de llegar a mi casa, enfrente de una farmacia”.
Juan Herrera Gamboa tuvo el suficiente tiempo para comprar una caja de cerillos y encontrar su navaja. Según su narración, llegó a la cita antes y aunque no conocía a Luis Miguel sabía que arribaría en un taxi, y así fue. Lo esperó a distancia, discreto afuera de un negocio.
No hubo discusión alguna sino que, narró, se aproximó por atrás del taxi –quedó estacionado apuntando hacia la escuela- y a través de la ventana lo lesionó con el arma blanca. Después le prendió con los cerillos.
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“Acabo de matar al cabrón con el que andabas”, le contó a Ana María cuando ya se escuchaba la sirena del camión de bomberos. Ella lloró: “¿por qué?”, se limitó a decir.
La narración de ambos fue ratificada el miércoles 30 de abril ante el Juzgado Primero Penal. Ana María aseguró que no se atrevió a denunciar a su esposo por miedo a que también la matara. Y Juan regresó aquella madrugada del domingo 27 borracho, sólo para dormir por última vez en su casa porque horas después fue detenido.
Así llegaba a su fin la relación de Ana María con Luis Miguel que inició un año atrás cuando ella, separada entonces de Juan Herrera, una tarde al salir de una zapatería en el centro de Tepic abordó un taxi y en el camino hicieron plática, se cayeron bien, intercambiaron sus números de celular y así continuó todo.
Pero lo consigna la canción popular:
“Por una mujer casada me dicen que he de morir”…
(Ana María y Juan. Foto: Fiscalía General)
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