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Mar, May

Kevin, el universitario que parece frágil: “no pido compasión, sino que me acepten porque soy igual que todos”

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* Kevin Virgen es un ejemplo de entereza: toda su vida ha necesitado de muletas para caminar, pero ello no impidió que se inscribiera como jugador de futbol en el equipo de la Casa del Estudiante de la UAN.

 

Kevin Adalberto Virgen Virgen es un joven de 18 años que este lunes ha iniciado el segundo semestre de la carrera de Ingeniería en Control y Computación, del área de Ciencias e Ingenierías de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN).

Se trata de uno de los 72 muchachos que viven en la Casa del Estudiante, ubicado en el fraccionamiento Ciudad del Valle, y es que proviene de La Higuerita, municipio de Santiago Ixcuintla, una zona conocida como Las Haciendas. Su papá se dedica a tareas de pesca o en la siembra de maíz, frijol, pepino, tomatillo.

Pero este Kevin hace un esfuerzo extra para asistir a la Universidad: dice saber que tenía unos meses de vida cuando sufrió una intensa fiebre que le provocó un retraso psicomotriz, y desde lo más remoto de su existencia recuerda que siempre se ha ayudado para caminar con muletas. Ha sido operado dos veces e incluso cuando era niño recibió tratamiento en Estados Unidos.

Hace unos meses, a propósito de un torneo de futbol de estudiantes que año con año se realiza en la UAN entre las distintas escuelas, Virgen Virgen pidió ser inscrito como jugador de su plantel pero no fue aceptado, entendiendo que la negativa se debió al miedo de sus compañeros de que en el juego resultara lastimado.

Sin embargo, supo que la Casa del Estudiante incluiría un equipo y probó suerte, con la sorpresa de que ahí sí fue inscrito, aunque tenía planeado que si le negaban el acceso pediría ser el entrenador, el que decidiera la alineación y los cambios de jugadores.

Ha jugado unos minutos en dos partidos y en uno de ellos, que quedó empate, anotó uno de los penales para decidir al ganador.

“Yo ya estaba en la banca y los dos equipos tiraron los cinco penales y todos los metieron. El sexto jugador del otro equipo falló y entonces mis compañeros me pidieron que yo tirara el penal y gracias a Dios lo metí. Eso es algo en lo que tengo que cambiar porque a veces me bloqueo, me presiono”.

Kevin es seguidor de equipos nacionales como Pumas, Cruz Azul y Chivas, pero también le gustan el Manchester United, de Inglaterra, y el Real Madrid, de España.

Este muchacho de complexión delgada y que usa lentes de contacto habla con este reportero al mediodía del viernes 26, luego de cumplir con los trámites de la carga horaria:

“Yo lo único que pediría es que las demás personas fueran más incluyentes con uno. Mucha gente cree que porque tengo esta capacidad o incapacidad motriz no puedo hacer las cosas. Con eso del futbol me puse contento porque sí puedo estar en un equipo.

“Es difícil que me acepten porque los demás jugadores creen que me van a lastimar o que soy frágil. Yo no pido compasión, sino que me acepten porque soy igual que todos: tengo dos pies, dos ojos, dos brazos”.

Acomodados en una mesa grande en el patio del plantel universitario y bajo una sombra, Kevin acepta que en el primer semestre profesional no obtuvo las calificaciones que esperaba, por lo que tiene cierto que debe esforzarse más.

Cuando la Casa del Estudiante está cerrada por alguna situación, Kevin encuentra alojo en casa de una tía pero lejos de la Ciudad de la Cultura, por lo que debe trasladarse en taxi. Para él es imposible usar el minibús por la actitud y la prisa de la mayoría de los conductores: “si voy subiendo al camión y se arrancan ahí se acaba mi vida”, bromea. “Los choferes no son tolerantes con uno, por eso necesito usar taxi”.

Sin embargo, le resulta mejor la Casa del Estudiante por la cercanía con la UAN y para gastar menos; cuenta con una beca a través del programa Prospera del Gobierno Federal y que recibe dos veces por año.

“Me gusta mucho la tecnología, he sido, como dicen, una rata de laboratorio. Me gradué en el CECYTEN número 9 como técnico en soporte de mantenimiento de equipo de cómputo”.

De acuerdo con Gustavo Alonso Pío Villaseñor, coordinador de la Casa del Estudiante, el caso de Kevin ejemplifica el esfuerzo de muchos jóvenes por estudiar una carrera universitaria. Ahí se convive no sólo con estudiantes de escasos recursos, sino también, por ejemplo, con indígenas que no han tenido mucho contacto con la ciudad y a los que se va acompañando en su adaptación.

Varios de esos muchachos se dan un tiempo para trabajar vendiendo pan en el interior de la UAN y por cada pieza se ganan un peso. El pan, que recoge Pío Villaseñor en distintos horarios, es producto de un programa federal. Los jóvenes que trabajan en ello se mueven en triciclos.

Incluso, un estudiante que lleva avanzada la carrera de odontología ofrece sus servicios a locatarios y trabajadores del Mercado de Abastos y a cambio la Casa del Estudiante recibe frutas y verduras. Cuando el paciente necesita una atención más profunda se le atiende en un consultorio de la escuela.

La iniciativa de Kevin para jugar futbol muestra su temple.

Nos despedimos: Kevin cumple el esfuerzo para ponerse de pie, se acomoda las muletas metálicas y avanza lento, como balanceándose, para salir de la UAN y tomar un taxi. Carga una mochila en colores verde y blanco.

Es uno de esos tantos casos de universitarios que se aplaude. De esos esfuerzos que necesitamos saber.

(Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit) 

 

 

 

 

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