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Jue, Abr

Javier Andalón: “3 horas frente a una pared blanca, fue una tortura psicológica"

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* El empleado municipal detalla qué sucedió después de su detención por parte de agentes de vialidad: sometido a un examen de orina, fichado, recluido en una celda…y dejado en libertad.

* Según le fue leído, los oficiales declararon que los insultó, mandándolos “a la chingada”, lo que él niega.

 

Minutos antes de las nueve de la mañana del martes cuatro, Javier Andalón Urenda conducía un automóvil del Ayuntamiento de Tepic, cuando fue interceptado por una patrulla de la Policía Vial Nayarit, por el libramiento carretero. Lo acompañaba su esposa Imelda Méndez.

El vehículo no traía la placa trasera. Un agente le solicitó la tarjeta de circulación, regresó a su patrulla y habló por celular. Al volver con Andalón, le dijo que el automóvil sería llevado a un corralón, por lo que la pareja se dispuso a recoger sus cosas para tomar un taxi. En la cajuela llevaban una mochila, una cámara, un tripié, una pila y diversos objetos que utiliza como camarógrafo en el área de Comunicación Social municipal.

Mientras el agente elaboraba un acta, Andalón sacó la cámara para empezar a grabar. Fue en ese momento que llegó otra patrulla, uno de cuyos elementos lo esposaría poco después, tal y como se aprecia en un video ampliamente difundido. Su esposa Imelda continuó la grabación.

Pero, ¿qué sucedió después?. 

Sentados en una jardinera a un costado de la Presidencia Municipal, Andalón detalla que el oficial que lo esposó le dijo, en el trayecto a la Fiscalía General del Estado (FGE), que la patrulla también tenía cámaras y lo iban grabando. El agente conducía y uno más se acomodó junto al detenido, esposado con las manos hacia atrás.

Una vez en la FGE, el dos veces Premio Estatal de Periodismo –en 1993 y 2012- fue conducido a un patio –por la descripción, sería cerca del área de celdas- y se le colocó, de pie, a centímetros de una pared blanca durante unos 20 minutos. 

Luego fue llevado por un agente vial al área de Servicios Periciales, atravesando la explanada donde suele aterrizar el helicóptero de la Policía Nayarit. Le retiraron las esposas y una empleada le entregó un recipiente para que orinara en un baño. Le harían un examen de laboratorio. A continuación ingresó a un cuarto, similar a un consultorio, donde tres mujeres con bata blanca le pidieron quitarse la camisa y la camiseta blanca que llevaba puestas. Fue fotografiado de frente, de perfil y por la espalda. 

Puestas sus prendas de vestir, nuevamente fue esposado y, junto al oficial, permaneció sentado al menos una hora. Ahí se les unió otro agente y regresaron al patio, otra vez de pie frente a la pared blanca. 

Andalón solicitó hacer una llamada, pero un oficial le dijo que hasta que estuviera con un agente del Ministerio Público. Se celular ya había timbrado más de 20 veces.

“Fue una tortura psicológica”, resume, puesto que permaneció unas tres horas de pie frente a la pared blanca. Estaba a unos 30 centímetros de ella y “hubo un momento en que ya no podía enfocar la pared”. Se hizo un poco hacia atrás y le pidieron no continuar. Cuando les explicó que sentía marearse, le permitieron alejarse un poco. 

“Como a las tres horas de estar así, parado frente a la pared blanca, llegó Abisaí Barajas y me dijo: ‘ya estoy viendo tu caso con el fiscal, no te preocupes’”.

Conocido de Andalón, Abisaí es titular de Comunicación Social de la Fiscalía.

“Ya, ya merito”, volvió a decirle Abisaí Barajas una media hora más tarde, preocupado por su situación.

Javier Andalón reclamó que continuara esposado como un delincuente y que ni siquiera pudiera sentarse. 

Abisaí pidió al oficial que le quitara las esposas, pero el agente se negó; necesitaba una orden de su superior. Barajas se retiró y volvió en unos cinco minutos.

Insistió:

- ¡Quítele las esposas!.

- Bueno, pero usted asume la responsabilidad –comentó el agente-.

Ya sin esposas, Javier Andalón pudo acomodarse en una silla vieja, sobre una llanta de carro. Transcurrida posiblemente más de una hora, se le aproximó un oficial vial y le dijo: “compa, no hubiéramos llegado a tanto si te hubieras identificado como periodista desde un principio”. Según Andalón, se trataba de un oficial de la primera patrulla con la que tuvo contacto. 

“Yo nunca uso mi credencial, yo nunca presumo ser periodista y por eso actué como cualquier ciudadano”, indica a este reportero.

A continuación le fue entregada su mochila y le pidieron que la revisara para verificar que nada faltara. Un oficial tomó grabación de ello. Luego fue llevado al área de celdas, en cuya entrada le pidieron quitarse las agujetas, el cinto, y mostrar todas sus pertenencias. Fue revisado por un agente, pero ya no de vialidad.

Javier Andalón fue introducido en la celda número seis donde, cuenta, vivió “una anécdota muy padre”. Y es que ahí se encontraban tres jóvenes, uno de los cuales, al verlo le pidió un cigarro, a lo que le contestó: “te cambio el cigarro por una Coca-Cola”. Le entregó unos 20 pesos y el muchacho gritó: “¡policía, policía, un favorcito: tráiganos un cigarro y una Coca bien helada!”. 

Hasta entonces entendió el comentario de un policía, cuando le dijo: “el dinero llévatelo, porque lo puedes ocupar allá adentro”.

Unos minutos después, Andalón Urenda fue introducido a un cuarto y fichado: “me pusieron una placa con un número, me tomaron fotos, las huellas de los 10 dedos. Me preguntaron todos mis datos, si tenía apodo, tatuajes. Después me regresan a la celda y un rato después a declarar con el Ministerio Público”.

QUE LOS MALTRATÓ

Asignado un defensor de oficio, una agente ministerial leyó lo que previamente declararon los agentes de vialidad. 

Andalón inicialmente se resiste a contar literalmente, pero lo narra: “ellos declararon que los insulté, que les dije que se iban a ir a la chingada, que se los iba a cargar la verga, que se iban a quedar sin chamba, que no sabían con quién se habían metido, que se iban a ir a chingar a su madre. Más o menos así me lo leyeron”.

Insiste que todo ello jamás lo expresó y fue un invento de los oficiales. 

Durante la diligencia ministerial, Andalón reconoció la voz del periodista Manuel Rueda. “Volteo y lo alcanzo a ver pero la Ministerio Público ordenó que cerraran la puerta. Se acercó otra persona y le dijo que afuera estaba una licenciada del jurídico del ayuntamiento. Fue cuando le dije que yo no seguiría mi declaración si no entraba la licenciada. La dejaron entrar pero sin intervenir, sólo escuchar, y fue cuando la Ministerio Público dijo que era todo, que quedaba libre y que me regresarían el vehículo”. 

Alrededor de las cuatro de la tarde, Andalón recuperó la libertad, pero esperó una media hora más puesto que las llaves del Tsuru color blanco las traía un agente de vialidad. 

Personalmente, Abisaí Barajas le entregó las llaves y le ofreció disculpas por lo ocurrido.

Javier Andalón se pregunta si ese trato se da a toda persona cuando falta una placa en un vehículo. Se pregunta qué va ocurrir con el fichaje de que fue objeto, con las fotografías sin camisa que le tomaron. 

Superado el trago amargo, conocido por miles tras la divulgación del video, se da tiempo para atender a unos jóvenes que lo saludan y le dicen que votarán por él cuando se postule a cualquier cargo.

(Andalón, sometido. Foto tomada del espacio en  Facebook de Rodrigo González) 

* NO se autoriza la transcripción o copia de las notas de Relatos Nayarit a otros medios de comunicación. NO a copiar y pegar. NO al robo de notas.

 

 

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