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Lun, May

Guadalupe, una mujer a la que la justicia olvidó…

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* “Aquí dejé de creer en Dios y aquí me reencontré con él”; está por cumplir ¡10 años! en la cárcel y aún no se resuelve si es culpable o inocente.

 

La señora Guadalupe está por cumplir 10 años en la cárcel y su juicio es insólito: aún no hay sentencia –absolutoria o de condena- por el Juzgado Penal de Acaponeta, lo que le da al traste a la frase de que la justicia debe ser pronta y expedita.

¡Durante años!, el expediente que involucra a Guadalupe no tuvo promoción alguna. Ningún careo, ninguna prueba que desahogar.

Ella misma cuenta que hace años no es llevada al área de diligencias judiciales. El expediente 77/2003 es casi como si no existiera.

Guadalupe enfrenta cargos por homicidio calificado –la muerte de una ex empleada doméstica que contaba con seguros de vida y de los cuales sería la beneficiada, hecho por el cual también es acusado su ex pareja, de quien dice fue quien cometió el crimen-.

Serán las autoridades judiciales –ahora si que tarde- quienes resolverán si Guadalupe es culpable o inocente, pero aquí se muestra su sentir en el encierro:

“Aquí dejé de creer en Dios y aquí me reencontré con él. Ahora estoy estudiando La Biblia. Sí hay un Dios y me ha escuchado. ¡Sí lo hay!, le pedí volver a ver a mis hijos y hace como un mes vino a visitarme mi hija que ahora tiene 27 años. ¡No la reconocía!, imagínese. Ahora quiero ver a mi hijo, que tenía 14 años cuando me detuvieron y ahora 24. Estoy segura que mi hija hablará con él y vendrán a verme”…

La señora hace esfuerzos para no llorar cuando menciona a sus hijos. Las lágrimas se asoman. Habla con este reportero sólo después de confirmar la aceptación de un abogado que hace unas semanas desempolvó su caso.

Sigue hablando:

“Dicen que cuando alguien muere, si fue bueno se va al cielo; pero si fue malo, se va al infierno. No, para mí el infierno es la cárcel, es la soledad, el que lleguen los días de visita y nadie pregunte por ti, que nadie venga a verte. Ahora estoy 100 por ciento estudiando La Biblia y Dios me ha escuchado: mi hija ya me visitó y un abogado que liberó a una compañera se interesó en mi caso. 

“Ahora estoy enferma de diabetes, con colesterol, asmática, tengo el virus del papiloma y me llevan al hospital a la atención médica. También estoy en tratamiento psiquiátrico”.

Dice que regularmente se levanta a las cinco de la mañana a preparar gorditas de harina que más tarde vende a los reos. Así trabaja y se gana un poco de dinero.

Y es que, recuerda, cuando años atrás se presentó la época más dura para ella, cuando llegaba el hambre y no había qué comer, “trataba de dormir para no tener hambre. Me dormía”…

A MOVER EL JUICIO

El juicio de Guadalupe ha despertado preguntas sobre la probable responsabilidad que tendrían quienes lo han conocido: jueces, abogados, ministerios públicos, para prácticamente dejarlo abandonado durante 10 años.

Por lo pronto, al caso de Guadalupe, después de tantos años se le dio una desempolvada y se espera que en unas semanas se dicte sentencia en primera instancia, que podría ser absolutoria o condenatoria.

El homicidio que se le achaca ocurrió en agosto del 2003.

Por su parte, un funcionario de un Tribunal Unitario en Tepic explicó que en el ámbito federal se están aplicando medidas para corregir prácticas viciosas de abogados, como la imposición de multas económicas cuando no acuden a diligencias ya programadas, puesto que frenan el debido proceso. 

Igualmente, apuntó que los jueces federales dan vista a los procesados cuando advierten falta de promociones de los abogados defensores. Incluso, los reos pueden solicitar en los juzgados federales que les detallen el avance de sus asuntos y dependiendo de ello pueden cambiar o ratificar a su abogado.

Por el contrario, funcionarios judiciales locales aceptaron que tales iniciativas no las ponen en práctica debido a la fuerte carga de trabajo que tienen. Simplemente faltan juzgados. Tampoco imponen multas contra abogados si se ausentan de diligencias.

El asunto de Guadalupe –quien oscila en unos 50 años- representa una alerta, un mayor cuidado de los jueces para que tomen medidas respecto a los asuntos rezagados.

(La imagen corresponde al área de mujeres de la penal. Foto: archivo Oscar Verdín/relatosnayarit)

 

 

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