* Testigos refieren que José Javier dijo: “nadie nos va echar a perder el día”, momentos después de disparar contra los elementos de vialidad. Y siguieron su día con normalidad: en la playa.
“Nadie nos va echar a perder el día”.
Así, palabras más o palabras menos, acompañantes de José Javier describen que éste comentó después de haber disparado contra los elementos de Tránsito del Estado Oscar Vizcarra Verdín y Marco Antonio Perales Aguirre, sorprendiéndolos dentro de una patrulla alrededor de las 13:30 horas del sábado 17 de septiembre cerca de Aticama, municipio de San Blas.
Afuera de la patrulla fueron encontrados dos casquillos.
Y si cualquiera pensaría que José Javier se dio a la fuga, no fue así. Era cumpleaños de uno de sus menores hijos. Con familiares y amistades habían planeado ir a la playa y allá estuvieron hasta que cayó la tarde.
De ese tamaño la frialdad de José Javier, un muchacho que, contrario a lo descrito en una nota anterior, debe tener menos de 30 años.
Los anteriores datos fueron ventilados el lunes 26 en audiencia pública en que se dictó auto de vinculación a proceso en contra de José Javier y su hermano Apolinar, por el delito de homicidio calificado en agravio de los dos agentes, y contra otro individuo llamado Misael, por encubrimiento.
Cuatro entrevistas fueron reveladas: las de sus respectivas parejas, que los acompañaban ese día, y la de Misael que, a la postre, fue cuestionada por la defensa pública de Apolinar.
Y es que Misael, que al igual que Apolinar descendió del vehículo tipo Expedition luego de que primeramente lo hizo el conductor José Javier, aseguró haber escuchado que Apolinar le dijo a su hermano: “saca la pistola, carnal”, después de que los oficiales habrían comentado que recogerían el carro por su procedencia dudosa.
Originarios de Zacatecas, se describió que los hermanos y sus familias arribaron a Tepic a invitación de Misael. Éste y José Javier se habrían conocido en un destacamento del Ejército Mexicano y, ya retirados como militares, presumiblemente sirvieron a un grupo delictivo en aquel estado. José Javier traía en el carro una pistola calibre nueve milímetros.
El domingo 18, con los datos aportados por personas que vieron la patrulla y las características de la Expedition, ésta fue localizada por policías estatales afuera de un domicilio en la colonia El Ocho, en Tepic. La Fiscalía General de Justicia obtuvo una orden de cateo de un juzgado de oralidad.
Una parte del operativo fue reclamado por la defensa pública de José Javier, que refirió violaciones procesales.
Según la representación de la fiscalía, los tres imputados opusieron resistencia, con lo que se acreditó la detención en flagrancia. Y en ese ínter se dio un enlace con el personal que daba seguimiento a los homicidios. Posteriormente a José Javier se le practicaron diversas pruebas, como la toma de huellas y de rodizonato de sodio para establecer si había accionado un arma de fuego: el resultado fue positivo.
Un estudio de criminalística arrojó que los casquillos encontrados junto a la patrulla correspondían a la pistola encontrada dentro del carro en la colonia El Ocho.
Durante el dictado del auto de vinculación a proceso, el juez de control Rodrigo Benítez Pérez advirtió que no hubo debate y, por el contrario, hay suficiente información para probar que José Javier fue el autor material de los homicidios. Él jaló del gatillo. Leída una declaración de su esposa que consta en la carpeta de investigación, precisó que ella viajaba en el asiento delantero y cuando José Javier regresó a la camioneta, para seguir manejando, se fajó la pistola en el short y, ya en la playa, la introdujo en un compartimiento del tablero.
Ése día por la noche José Javier se rasuró la barba.
En el caso de Apolinar, la vinculación por homicidio calificado se dio con el dicho de Misael: “saca la pistola, carnal”, pero esa frase no fue referida por las tres mujeres. Según la consideración del juez, ellas se encontraban dentro del carro, nunca descendieron, lo que les impidió oír a Apolinar que, además, seguramente no habría levantado la voz.
La defensa pública había insistido que con su dicho, Misael buscó zafarse del problema y probablemente Apolinar jamás citó a su hermano que agarrara el arma.
En cuanto a la diligencia de cateo, el juez de control no consideró que se hubieran presentado violaciones procesales. Añadió que aún cuando el cateo tiene una delimitación, pueden presentarse circunstancias que requieren la participación de más personal oficial, por ejemplo, si lo que están buscando es una pistola y encuentran cuerpos sin vida.
Cuatro policías –tres hombres junto a los imputados y una mujer en la puerta de la sala- vigilaron que no se rompiera el orden.
A la diligencia de vinculación a proceso asistieron familiares de los agentes abatidos. En tiempo efectivo, se desarrolló en más de tres horas. Al iniciar, uno de los defensores públicos solicitó 15 minutos de receso para que un compañero, de reciente asignación en el asunto, estudiara el mismo. Antes de dictar la vinculación, el juez anunció otro receso de tres minutos.
En ambos casos los imputados fueron retirados de la sala por los policías. Igual el público asistente, pero se podía ingresar al anunciarse el reinicio.
El juez concedió tres meses solicitados por la fiscalía para que se desarrolle la investigación complementaria: conocer el origen del arma, recoger más versiones de testigos, o solicitar un informe a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) en torno al pasado de José Javier y Misael como elementos militares.
La consideración del juez y de los representantes de la fiscalía es que los agentes no esperaban una agresión porque seguramente se dieron cuenta que en el vehículo Expedition viajaba una familia, niños, mujeres.
Igual como sucedió en una audiencia anterior, José Javier pidió se le concediera una llamada por teléfono. El juez no concedió. Le explicó que el juzgado debe apegarse a lo marcado por la ley. Si se cedió la anterior ocasión, fue porque era el primer acercamiento.
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