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Mié, Abr

El Amado Nervo que no conocía

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* El libro Otras Vidas consta de tres novelas cortas: Pascual Aguilera, El Bachiller, y El donador de almas.

 

Hace unos meses, gracias a la directora del Festival Letras en Tepic, Lorena E. Hernández, tuve en mis manos el libro Otras Vidas, escrito por Amado Nervo.

Confieso que hasta entonces desconocía la aportación de Nervo como novelista, ubicándolo como un gran poeta, pero vaya que su narrativa es envidiable.

Además, pareciera que nuestro Amado hubiera leído todo cuanto había en el planeta hasta el día que vivía, porque la referencia a tantas obras es constante: “¡Un caballo!, ¡Un caballo!, ¡Mi reino por un caballo!” –famosa frase extraída de una obra de William Shakespeare.

Aquí también es donde me entero, en breve, sobre quiénes crearon en 1888 la orden cabalística de la Rosacruz.

El libro Otras Vidas consta de tres novelas cortas: Pascual Aguilera, El Bachiller, y El donador de almas.

En los párrafos de novela que escribe Nervo no deja de haber poesía. Y aborda momentos que muchos  autores habrían descrito con bajeza, cosas prohibidas, pero que su pluma presenta con maestría.

Imagino la siguiente escena: la joven Refugio se casará –y se casa- con Santiago, pero Pascual la quiere, la desea. Pascual, entenado de Francisca, es pudiente, Santiago no.

En la noche de boda, encendida una vela, Santiago y Refugio ya solos en la choza del primero, desde su casa, Pascual “se detenía a cada momento en su camino y clavaba sus ojos iracundos en la luz maldita, que le hablaba del amor, del connubio realizado, a su pesar, a unos cuantos pasos de distancia.”

Escribe Nervo que la imaginación de Pascual, “con la vivacidad y la clarividencia que le prestaban el estímulo de la carne y la tensión nerviosa, reconstruía todas las escenas que debían seguirse en la cabaña, y cuando la vela parpadeó débilmente y la cabaña quedó a oscuras, Pascual dejó escapar un grito; las imágenes evocadas eran tan poderosas y tan vivas, que le habían embaído por completo, y el cuitado acabó por la ver la escena que debía continuar en tinieblas.

“Entonces fue presa de una gran risa, de una risa convulsiva que llenaba sus labios de espuma y de terribles accesos de sofocación.”

Explica Amado Nervo que “el eco de aquella risa histérica y siniestra repercutió dolorosamente en el mirador, ante la noche infinita, y abriéndose bruscamente la puerta de la cámara de doña Francisca, apareció ésta alarmada, cerca del dintel, fijando sus ojos claros, llenos de asombro, en su entenado y destacándose en la penumbra, blanca, con la blancura mate de sus carnes ligeramente enjutas, semiveladas por la camisa de dormir.

- ¿Qué tienes? –preguntó.

Pascual fijó en ella sus llameantes ojos de fauno y su alucinación tomó creces.

- ¡Refugio…Refugio!... –aulló, y llegando de un salto hasta la matrona, alzola en vilo con fuerzas centuplicadas por la locura y desapareció con su carga en la oscuridad de la estancia.

El maestro de las letras escribe párrafos más adelante:

“¡Una hora de amor! ¡Ella había tenido una hora de amor! ¡Y con quién! Con su entenado, casi con su hijo…Y había consentido sin otra protesta que la de un simulacro de resistencia más o menos prolongado…”

* Se pide a medios de comunicación NO plagiar las notas de Relatos Nayarit. 

 

 

 

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