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Jue, Abr

Dos hermanas nayaritas logran un sueño: ¡egresan de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos!

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* De niñas, Magaly y Dánica ayudaban a sus padres en la venta de tacos de carnitas; ahora hablan del esfuerzo y buscan motivar a los más jóvenes.

 

Cuando Dánica Gutiérrez Ruiz tenía 11 años, su papá y su mamá la llevaron a Washington, Estados Unidos, con una entendible mentirilla: le dijeron que sólo sería por unos meses, versión que también hicieron saber a su hermana Magaly, de 14 años, que se quedó en Nayarit bajo el cuidado de una de sus tías, aunque después tuvo que unírseles.

La familia Gutiérrez Ruiz se dedicaba a la venta de tacos de carnitas.

Nadie imaginaría que 10 años después, estas dos hermanas, originarias de un pueblo de la costa de Nayarit, serían egresadas de la Universidad de Harvard, en el estado de Massachusetts, una de las más prestigiadas de Estados Unidos.

Magaly cursó una carrera relacionada con ciencias de la computación y ahora es parte del equipo de programación de un banco en Nueva York, mientras que Dánica apenas la semana pasada cumplió su último examen de Economía.

 

Las entonces niñas sufrieron cuando entendieron que se quedarían en Estados Unidos. En Nayarit dejaban a sus amistades, a sus abuelos y primos. Dánica dice que lloró cuando entendió que no regresaría a México.

Sin embargo, pronto se adaptaron. Aprendieron inglés. Su papá y su mamá las llevaban a bibliotecas, les hablaron de la importancia de que estudiaran, que leyeran, que estudiaran arte, que hicieran deporte, y entonces practicaron el tenis.

Después de ocho meses de vivir en Washington, la familia se mudó a Alabama.

La mayor de las hermanas empezó a interesarse por la robótica. Quería hacer cosas nuevas. Sus calificaciones eran buenas. La literatura es una de sus pasiones.

Unos años después, ante la incertidumbre del proceso para hacer exámenes a la universidad y estudiar una carrera, Magaly se sorprendió de haber sido aceptada por la Universidad de Chicago, número 5 en el ranking nacional.

Animada, decidió aplicar –por cada examen se pagaron entre 70 y 80 dólares- en instituciones mejor ubicadas, y lo singular es que también logró un espacio en el Tecnológico de Massachusetts y, por si fuera poco, en la Universidad de Harvard, número 1 en el ranking. Ambas instituciones se encuentran cerca de la ciudad de Boston, a pocos kilómetros una de la otra.

Dice que entre Alabama y Harvard hay unas 22 horas por carretera.

 

Magaly llegó queriendo ser ingeniera química, pero después prefirió computación. Cuenta que Harvard tiene una de las bibliotecas más grandes del mundo y ahí se la pasó muchas horas.

Las hermanas coinciden que el espíritu de Harvard es que los estudiantes aprendan de todo, no sólo de una carrera en específico, porque ello les permitirá desempeñarse en un campo laboral más amplio. Ellas tomaron clases de literatura, idiomas, historia. Además de español e inglés, hablan portugués y un poco francés.

Para el año 2018, Magaly egresó de la universidad. En el ínter, en el 2016 estuvo unas semanas trabajando en Sao Paulo, Brasil.

Cree que en unos años estudiará una maestría, posiblemente relacionada con la industria de la medicina que ayude a detectar enfermedades.

 

Mientras tanto, Dánica, ahora de 21 años, con el camino andado por su hermana mayor, se esforzó para encontrar un lugar en Harvard:

“Nos gusta mucho dar todo el crédito a nuestros padres y maestros. Magaly me abrió las puertas de que se podía soñar en grande, hacer el esfuerzo, la ví como un ejemplo y me apliqué en eso. Nos pusimos las pilas, nos gusta estudiar.”

Durante sus estudios en Alabama, Dánica fue presidenta de una sociedad de estudiantes cuya finalidad era ayudar en la localidad.

“Cuando aplicas para ingresar a una universidad, todo lo que has hecho te cuenta, no sólo en la escuela, sino el trabajo por tu comunidad.”

Aceptada entonces en Harvard, pronto se dio cuenta que no se imaginaba dentro de un laboratorio; en cambio le interesaron aspectos sobre el desempleo, la bolsa, y decidió estudiar Economía.

Dánica está en el último semestre y el jueves siete realizó uno de los exámenes finales, a distancia, debido a la pandemia del coronavirus.

“Harvard es de mentes liberales, promueve que tú puedas trabajar en lo que quieres. Que tú título no te limite. Acá tomas clases de lo que quieras, de historia, de lenguas, de arte. Yo me graduaré de Economía pero también tengo estudios de psicología.”

La joven explica que en Harvard se presenta una situación especial de ser competitivos:

“La escuela no te obliga a siempre estar estudiando; pero acá llegan muchos ‘mataditos’ y eso te mueve a no quedarte atrás.”

Magaly agrega que ella tomó varias clases difíciles porque quería aprender al máximo, y si bien no tuvo las mejores calificaciones, tampoco reprobó.

Coincide con su hermana en que los mejores estudiantes del país buscan ingresar a Harvard:

“Es importante el esfuerzo. Si le echas ganas, motivándote tú mismo, con tus papás, tu familia. Una cosa te lleva a otra.”

Y Dánica añade:

“Hay que seguir apoyando a los más jóvenes para que no se den por vencidos y no se queden con las ganas del qué hubiera sido. Vale más el que tropezaste y fallaste a que nunca lo intestaste.”

Magaly completa:

“De esas caídas que te das, salen cosas mucho mejor.”

En Harvard, Dánica, con ese especial toque de acercamiento con la comunidad, fue la presidenta de un grupo de unos 160 estudiantes de origen latino que se abocaron a planear y proponer una mayor dignidad cultural en las grandes industrias y negocios.

De esa forma plantearon su iniciativa, por ejemplo, a directivos de Google, Facebook y otras empresas mundiales que fueron a escucharlos a Harvard.

 

La tarde del viernes ocho, a través de una videollamada, este reportero ha platicado con las hermanas Gutiérrez Ruiz durante poco más de una hora. Han sido muy accesibles para escribir sobre ellas.

A causa del coronavirus, se encuentran con sus padres en Alabama.

Dánica explica que, con el peligro del Covid-19, la Universidad les dio unos días a los estudiantes para que pudieran regresar a sus casas. Una parte de sus cosas las envió por paquetería.

Mágaly, en cambio, viviendo en Nueva York –que pronto se convirtió en el epicentro de la pandemia en Estados Unidos-, enfrentó una situación preocupante porque suele viajar por el país para atender asuntos de trabajo.

Un día le avisaron que cancelara todo, y que trabajaría desde casa. El 17 de marzo voló a Alabama para reunirse con los suyos. Ha estado en comunicación con sus compañeros, muchos de los cuales han perdido a familiares por el coronavirus.

Ella podría regresar a Nueva York hasta septiembre.

 

El papá de Magaly y Dánica se iba por temporadas a trabajar a Estados Unidos, como lo han hecho millones de mexicanos. Cuando volvía, se abocaba a jornadas en las parcelas familiares o la venta de tacos de carnitas. De hecho, en la juventud llegó a vender en Tepic por la avenida Revolución Social muy cerca de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN).

A esa venta de tacos se sumaron sus entonces niñas, ahora egresadas de una de las mejores universidades de Estados Unidos.

Magaly y Dánica son un ejemplo de esfuerzo.

Un orgullo.

(Dánica –de vestido con flores- y Magaly. Foto: cortesía)

* Se pide a medios de comunicación NO plagiar las notas de Relatos Nayarit. 

 

 

 

 

 

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