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Vie, Abr

La gente votó y ajustó cuentas con el gobierno que se va

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* Salieron a votar en contra del PRI los tantos que fueron cacheteados por el ex fiscal Édgar Veytia, los que fueron despojados sin razón, insultados, amenazados. Y los que no aceptan que el gobernador Roberto Sandoval se lave las manos diciendo que no sabía. 

 

En una casilla de la colonia Prieto Crispín, Mateo patalea y avisa sus ganas de llorar en los brazos de su joven mamá. Tiene unos meses y le incomoda estar escondido en la mampara, mientras su mamá vota. En una de esas asoma su cabeza por la cortina y ahí se queda hasta que llega su papá a rescatarlo. 

La imagen de Mateo parece simbólica. Hasta él, que no sabe de lo que se trata, ha estado en una jornada electoral que deja un mensaje de querer un cambio.

Porque la elección no sólo fue sólo entre partidos y candidatos, por citar los punteros Antonio Echevarría García, del PAN, PRD, PT y PRS, y Manuel Cota Jiménez, del PRI, Verde y Nueva Alianza. No. 

Muchos ciudadanos acudieron a las urnas también para ajustar cuentas con los dos últimos gobiernos estatales priístas, documentadamente corruptos,  cómplices. 

No sólo contendieron Toño y Cota, sino que muchos buscaron al primero al identificarlo como el puntero que podía derrotar al PRI, un partido al que le cuesta verse en el espejo para aceptar que ya no le alcanza con lucrar con el hambre y la pobreza, sino que hay un hartazgo social contra esa corrupción brutal, cínica, enfermiza, y que tiene a un gobierno en agonía y que pide a gritos ser investigado en sus bienes, por el dinero de que se hicieron varios nombres. 

Este domingo salieron a votar en contra del PRI los tantos que fueron cacheteados por el ex fiscal Édgar Veytia, los que fueron despojados sin razón, insultados, amenazados. Y los que no aceptan que el gobernador Roberto Sandoval se lave las manos diciendo que no sabía. Los que no creen que su dinero le haya llegado a lo limpio. Salieron a votar en contra de los candidatos del gobernador a presidentes municipales, a diputados, a regidores.

Y con todo eso cargó Manuel Cota. Él pagó los platos rotos.

La gente salió a votar y mucha.

Si este reportero habitualmente vota alrededor de las dos de la tarde en una casilla para entonces media vacía, en esta ocasión a las 2:30 había una considerable fila y llegaban más y más votantes.

Si a las 5:17 de la tarde en la casilla especial de la central camionera se anunciaba que ya no había boletas para gobernador y diputados, ahí se quedaron decenas reclamando en coro: “¡queremos votar, queremos votar!”, y solicitando que llevaran más boletas. “¡Traigan, al cabo vamos a votar por el PRI!”, grita una señora para bromear e ilustrar su enojo.

Policías municipales acuden para dar seguridad, también de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (FEPADE), y ahí queda el asunto.

Pasadas las seis de la tarde, Manuel Cota anuncia que las tendencias le favorecen, pero él sabe que no es así. ¿Para qué anunciar eso?.

Dos horas después, Antonio Echevarría entra con los brazos en alto y los puños cerrados a un salón con capacidad insuficiente en el hotel Fray Junípero Serra. 

Dice que Nayarit está haciendo historia otra vez, que ganó la dignidad, pero que no se trata sólo de ganar la elección sino de hacer un buen gobierno. Y se comprometió a atacar la corrupción y la impunidad, a hacer justicia. 

“Retacamos de votos las urnas”, festeja.

Echevarria suda. No se escapa a los medios de comunicación nacionales que realizan enlaces en vivo, incluido un celular que pega a su oído derecho.

Él sabe el reto que le espera y el peso de sus palabras cuando ha insistido que “vamos a sacar a los corruptos del gobierno”. 

Él sabe quiénes son los corruptos. Él sabe que deberá hacer justicia por los agravios cometidos por funcionarios de este gobierno, o por las denuncias que fueron guardadas, encubiertas a personajes como el ex gobernador Ney González.

Llamado a echar fuera al PRI como lo hiciera su papá hace 18 años, a Echevarría García el electorado le perdonó todo, incluso sus titubeos y sus malos ratos, como el no haber asistido a una invitación a la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN). 

La gente quería y salió a votar. No fue presa de los murmullos de violencia.

Minutos antes del arribo de Echevarría al Fray Junípero, en la plaza Principal frente a Catedral unas 150 personas rodean a unos payasos que ofrecen un show. Se distraen, como sin querer saber más de un proceso electoral que agotó más en ataques de unos y otros que en verdaderas propuestas.

En una casilla de la colonia Ciudad del Valle, en la primaria Espinoza Bávara, dos ancianas ingresan tomadas de la mano minutos después de las cuatro de la tarde. Se antoja contar que, igual que Mateo, es una imagen de que, incluso, el clima jugó a favor para favorecer una mayor votación: no llovió, a diferencia de las jornadas electorales del mes de julio. 

La noche ha caído y los resultados electorales marcan tendencia. Se va el PRI.

Y ya en el retorno, por qué no: a mostrar el dedo de que se ha votado para recibir un café de un Oxxo. 

(Mateo en la casilla. Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit) 

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