* Acusada de matar a su mamá, pareciera que aún no ubica lo sucedido y la pena que podría alcanzar; su amiga Miriam presentó un amparo e insiste: su error fue ayudar a trasladar el cadáver, pero niega participación en el homicidio.
Ajena su vida –lo ha repetido- a las muestras de cariño por parte de su mamá, a quien achaca maltrato psicológico, Venus María Valdez Ponce refleja precisamente eso: una dificultad para expresar sus emociones y en sus relaciones sociales, en integrarse a grupos.
Con gusto por la naturaleza, por los libros y por los gatos –en su casa tenía más de cinco y un perro-, Venus María tiene una tendencia al egocentrismo, a ocuparse de sí misma, a ser el centro de todo y como si no existiera algo más que su punto de vista.
Otro aspecto: es bajo el control de sus impulsos, por lo que es fácil que cambie de actitud y que presente una alta agresividad, explosiva.
Acusada de matar a su mamá Aurora Ponce del Ángel en su casa de la colonia Lázaro Cárdenas, pareciera que Venus María aún no ubica la magnitud de lo ocurrido el viernes 13 de diciembre y la pena que podría alcanzar de entre 20 y 50 años de cárcel. Simplemente pareciera que le es indiferente.
Resume que su mamá le hizo tanto mal, minimizándola y maltratándola siempre, controlándola, que decidió acabar con su vida.
El apunte sobre la personalidad de Venus María forma parte de un estudio efectuado tras su captura.
Y entre otras cosas, ahora se conoce que no le gusta bañarse diario.
Un abogado que conoce el asunto cree que sólo habría una posibilidad remota para evitar que Venus María pase muchos años de su vida en la cárcel: argumentar que sufre locura y que cometió el crimen sin saber lo que hacía.
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Durante la mañana del 16 de diciembre, horas después del hallazgo del cadáver de Aurora Ponce del Ángel, Venus María acompañó a su amiga Miriam Concepción Corona Rojas a su trabajo en la sala de urgencias del hospital 1 del Seguro Social, donde era asistente médico. Policías estatales sugirieron a Miriam que no la dejara sola porque Venus había expresado deseos de quitarse la vida. Aún se desconocía su relación con el homicidio.
Ahí en el Seguro Social, otra empleada le expresó palabras de consuelo, pero encontró una respuesta fría: la muerte de su mamá –dijo- no era tan mala como parecía por dos razones: ella heredaría la plaza laboral en el Servicio Médico Forense (SEMEFO) y, además, con el deceso terminaba el pago por un crédito.
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A través de su defensa legal, Miriam Concepción Corona ya interpuso un juicio de amparo contra el auto de formal prisión que le fue dictado como presunta responsable de homicidio.
Ante un Juzgado de Distrito, Corona insistió que no participó en el crimen, aunque reconoció que su error fue haberle ayudado a su amiga a trasladar el cuerpo fuera del domicilio. La defensa buscaría que, en el caso de Miriam, sea cambiado el delito, en todo caso por el de encubrimiento.
A propósito de ello, el 26 de diciembre las dos muchachas sostuvieron un careo, en el que Venus confesó que “Miriam desconocía lo que yo iba hacer ese día, solamente era un viernes social”.
Añadió que la primera agresión a su mamá fue alrededor de las cinco de la tarde pero terminó por matarla unas tres horas después. Luego estuvo varias horas en Forum, con Miriam y otras personas.
Dijo que regresó a su casa, con Miriam, alrededor de la una de la madrugada del 14 de diciembre. Y ahí la enteró de lo sucedido. Venus se puso histérica –narró Miriam-, y quería una pistola para matarla y después suicidarse.
Lo anterior narrado ha despertado apuntes sobre la atención que debe ponerse a Venus, ahí en prisión.
Por cierto, una hoja con un escrito a mano da cuenta de los pasos que Venus María planeaba para realizar lo que ella creía un crimen perfecto. En uno de los puntos indica: “traer todo el $, salir, fijarme bien que no haya nadie”. Y otro: “10:00 pm. Sacar el cuerpo ¿dónde se va dejar?, ¿y el coche dónde?”.
Nada pues, debía fallar. Pero falló.
Cuando el 15 de diciembre fue hallado el cadáver en la colonia Comerciantes, dentro de una camioneta Cherokee, inició la creencia de que un conocido de la señora Aurora Ponce era el responsable. La razón: entre la espalda del cadáver y el sillón de la parte trasera estaban sus zapatos negros, juntos, aunque con las puntas en sentidos opuestos.
Un delincuente común jamás habría acomodado los zapatos, se explicó entonces. Eran las manos de un conocido. Fue un error de Venus.
Y mientras tanto, la casa de Zitacuaro 100 donde ocurrió el homicidio, continúa cerrada y con sellos de la Fiscalía General del Estado. De momento no habría quién la reclame porque Venus es hija única y su papá murió hace años tras un accidente de vehículo, según narró un vecino.
(Venus María. Foto: Fiscalía General)
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