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Jue, Abr

Un invidente paga puntualmente el agua y hasta por adelantado

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* Julio Valderrama cuenta que le gusta cumplir con esa obligación y que, si puede, el próximo año lo pagará completo en una vez. 

 

Alrededor de las dos de la tarde del lunes 30, Julio Valderrama Altamirano se detuvo a unos metros de las ventanillas de pago en las oficinas del Sistema Integral de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) en Tepic. 

Preguntó en voz alta si ya le tocaba su turno de pago y la correspondiente ventanilla. La razón de sus preguntas es porque padece ceguera.

Ya en la ventanilla, se le escuchó añadir: “de una vez voy a pagar el siguiente mes”, o sea julio, su tocayo. Y pagó 110 pesos por dos meses ya que, explicó después, debido a su condición física recibe un descuento del 50 por ciento.

Julio Valderrama es un personaje conocido entre los empleados del SIAPA porque prácticamente todos los días trabaja en la puerta principal de esas oficinas. Vende cajas de cerillos, rastrillos, bolsas negras para la basura, pilas, reflectores, encendedores para estufa…

Todo lo carga en una mochila.

Accesible, cuenta que tiene unos 10 años de padecer ceguera y que al principio fue una situación muy difícil. 

“No podía superar la depresión, no quería salir a la calle, me arrinconaba”, hasta que empezó a vivir en un albergue atendido por monjas, donde se le asignaban trabajos en la cocina “porque era bueno para picar la verdura”. Dice que aprendió a utilizar un bastón y un día se dirigió, solo, al centro de Tepic y perdió el miedo a salir. 

Julio ahora vive en la colonia Morelos junto a un hermano y ayuda a otros invidentes a aprender a utilizar el bastón. 

No se concibe como una persona que pida limosna en la calle. No quiere hacerlo.

“Antes le ayudaba a mi hermano vendiendo tostadas; me gusta trabajar. Salgo de la casa como a las 10 de la mañana y regreso hasta la noche. Como en la calle. Camino por muchas colonias vendiendo mis cosas, en la Moctezuma, Peñita, Morelos, San Antonio, Menchaca, H. Casas, Mololoa. Ando por todos lados y en la tarde me voy al centro. En la noche tomo el camión para irme a mi casa.

 “Hay gente que a veces me da un poco más de lo que valen los cerillos, los rastrillos”. O hay quienes ponen en sus manos alguna moneda pero no le reciben el producto.

En cuanto a su puntual pago del agua, dice que le gusta cumplir con ello y agradece el descuento del 50 por ciento. 

“A ver si puedo, pero el próximo año quiero pagar todo el año completo, así me evito estar pagando cada mes o cada dos meses”.

De 51 años, Julio Valderrama es un buen pretexto para comprarle sus productos, que adquiere en el Mercado de Abastos. 

Y ya a distancia, se le escucha:

“Lleve sus cerillos, rastrillos, encendedores”…

 

Foto: Oscar Verdín/relatosnayarit

 

 

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