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Sáb, Abr

Enferma mental indígena es llevada con alcohólicos y drogadictos por el propio Estado

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*  Pati, de 18 años, exhibe a todos, los discursos alegres donde simplemente ella no cuenta.

* Por recomendación de Derechos Humanos, debe ser atendida en un hospital psiquiátrico, pero se encuentra en un centro donde hay ocho hombres alcohólicos y drogadictos.

 

Una joven indígena de 18 años, al que se identificará con el nombre de Pati, sigue tocando puertas, clamando ayuda, y al mismo tiempo exhibiendo a todo el aparato del Estado.

En junio del 2011, con sólo 14 años de edad, se vio involucrada en la muerte de su bebé, en el municipio de La Yesca, y tiempo después se confirmó que padece una enfermedad mental y que ha vivido de todo: pobreza, hambre, abandono.

El caso de Pati, citado entonces por este reportero, ya daba muestras de cómo exhibía las carencias estatales para atender un caso así. Con pobreza extrema, su papá presumiblemente preso y su mamá sin disposición para hacerse cargo de ella, se conoció que la administración de la ahora ex presidenta municipal de La Yesca, Emelia Villagrana, cuando menos hizo gestiones para intentar encontrar un hospital psiquiátrico que recibiera a Pati. Pero no lo consiguió.

Declarada inimputable por su padecimiento mental, suspendido el expediente que se le seguía en el Juzgado para Adolescentes en Tepic, Pati volvió a ser víctima, con crudeza, de un sistema en el que simplemente ella no importa: el 21 de agosto del 2012 fue llevada a La Yesca y recluida en una celda de la prisión municipal, argumentándose entonces que su estancia sería provisional mientras se encontraba un hospital adecuado.

Pero ahí se quedó a vivir.

El 20 de febrero del 2014, la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) finalmente inició una investigación que ahora motivó el número de recomendación 12/2014.

La misma da cuenta de que Pati permaneció en un lugar no apropiado, en una cárcel para varones, y donde los policías de “barandilla” le administraban el medicamento y comida. 

Un informe de la policía de La Yesca ofrece detalles: “los cambios en la menor se fueron acrecentando, de tal manera que empezó a causar daños en la celda, tales como dañar la regadera, arrancar las celosías y arrojárselos a los demás internos, arrancó el cable de la luz y quebró focos, ensuciaba las paredes con excremento, quebraba escobas y trapeadores y amenazaba con tragar pequeñas astillas de madera”.

La corporación municipal, a quien no correspondía el cuidado de la menor, contrató a una mujer policía para que la atendiera. 

Según la documentación hecha pública por la CEDH, tras una cita en el Centro de Salud Mental (CESAME) en Tepic el 12 de diciembre del 2013, se sugirió que Pati fuera llevada con su mamá, quien vive a unos 20 kilómetros de Puente de Camotlán, en el crucero de Las Tortugas. 

Pero no hubo mayor progreso: la joven solía recorrer esos 20 kilómetros a pie, para ir a comer a la cárcel municipal. 

¡EN CENTRO PARA ALCOHÓLICOS!

Tras la intervención de la CEDH, han venido las prisas por el caso Pati. Tan sólo el uno de septiembre pasado y en cumplimiento a una resolución del Juzgado para Adolescentes que en definitiva sobreseyó el expediente, el titular municipal de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia, y la responsable de la Instancia de la Mujer, ambos de La Yesca, se presentaron ante la Procuradora de la Defensa del Menor y la Familia del Estado para poner a su disposición a la joven indígena.

Se explica: 

“Al respecto, la titular de la Procuraduría Estatal señaló que su propuesta era que el Sistema DIF se hiciera cargo de la estancia de la menor, y que el Ayuntamiento de La Yesca, Nayarit, se comprometiera a comprar el medicamento que se requiera para atender a la menor agraviada; asimismo se estableció que el lugar en donde quedaría alojada la adolescente sería en la ciudad de Tepic, Nayarit, en el albergue para alcohólicos y drogadictos denominado ADUR”.

Derechos Humanos continúa apuntando: 

“Como se aprecia, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia en el Estado de Nayarit, sin asumir plenamente su responsabilidad de protección que le debía a la adolescente, decidió albergarla en un centro particular destinado a la rehabilitación de alcohólicos y drogadictos”…

Según la Comisión Estatal de Derechos Humanos, en el caso de la indígena se han vulnerado sus derechos humanos, plasmados en un importante número de instrumentos jurídicos: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Declaración de los Derechos del Niño, la Declaración de los Derechos del Retrasado Mental, la Convención de los Derechos del Niño, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención sobre Derechos de las Personas con Discapacidad, la Ley General de Salud, entre muchas otras.

Con todo ello, el presidente de la CEDH Huicot Rivas Álvarez emitió una recomendación para que se investigue y sancione el proceder de diversos funcionarios involucrados en el caso Pati: la titular de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia en el Estado, la jefa del Departamento de Ejecución y Aplicación de Medidas de la Dirección de Reintegración Social para Adolescentes, y el titular del Juzgado para Adolescentes.

La recomendación incluye la inmediata atención a la joven y su rehabilitación en un centro hospitalario especializado. Y pide también “realizar los proyectos y gestiones administrativas para que en esta Entidad Federativa opere una unidad hospitalaria médico psiquiátrica, así como centro de atención especializada para personas con una discapacidad psicosocial”. 

“¿YA ME VOY A IR?”

Pedro Palacios, encargado de Alcohólicos y Drogadictos Unidos en Rehabilitación (ADUR) cuenta que el 28 de agosto recibió en el albergue a Pati, y le dijeron que sólo sería por escasa semana y media…

“Ya pasaron más de dos meses y ya les dije (a las autoridades) que la voy a tener hasta el 28 de noviembre, no más. Aquí no es un lugar adecuado para ella”.

Este miércoles, en ADUR había ocho hombres en rehabilitación por alcoholismo o drogadicción, pero el número ha llegado a 15. Con ellos convive Pati en el patio o en el comedor, pero por la noche ella duerme en una habitación, mientras los demás en la segunda planta, que cuenta con una reja. 

Pedro Palacios también vive ahí y se encarga de suministrarle la medicina. “Una joven como ella necesita mucho cariño, mucho amor de su familia pero nadie viene a verla”.

Pati aparece a unos metros, intentando abrir la puerta de un baño que está ocupado. Al advertir la presencia del reportero, pregunta: “¿ya me voy a ir?”.

Pero no. Aún no. Pati se queda y seguirá tocando puertas, exhibiendo a todo el aparato del Estado con sus discursos y sus cuentas alegres…donde ella simplemente no cuenta. 

(Una imagen de udual.wordpress.com)

 

 

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